Leonardo Medeiros interpretando a Allan Kardec |
No he podido evitar las lágrimas
en determinadas escenas de “Kardec”. Lágrimas de emoción, de gratitud, de
reconocimiento... Esta película, estrenada ayer en Netflix, basada en la vida
del profesor, escritor y traductor Hippolyte León D. Rivail (codificador del
espiritismo), quien adoptó el pseudónimo de Allan Kardec tras comprobar que
otra realidad estaba detrás de los fenómenos espiritistas que estaban
revolucionando las altas esferas de una Francia católica, me ha sacudido desde
lo más profundo. Su puesta en escena, inmejorable; el guión, emocionante; muy fiel
a la biografía. Con los ingredientes indispensables que caracterizan las
buenas películas (una historia sólida, una fotografía espectacular,
ambientación y vestuario impecables, buenos actores…), me ha transportado a esos
años oscuros donde todavía había mucho que conseguir respecto a las libertades y
la amenaza de la inquisición todavía asomaba su impertérrito rostro a cada
puerta.
He de admitir que he sentido un gran
orgullo, pese a mi condición de espíritu imperfecto, pese a los errores que
haya podido cometer a lo largo de mi vida… por la actitud, la perseverancia y
el arrojo del protagonista. No poseo la erudición ni la elocuencia de Kardec
pero siento que entre él y yo hay mucho en común. Y tal vez por ello, de forma
absolutamente innata, me he sentido tan identificada con el personaje, la
época/ambientación, la sociedad y la temática espiritista. Un tsunami emocional
ha recorrido mi Ser resucitando memorias dormidas, anhelos y afanes de otro
tiempo… He sentido que una parte de mí estuvo allí y, ahora, en la vida actual,
todavía siento la añoranza de lo que fue. Sí, siento como si mi alma también haya
intentado ir más allá de lo establecido, de la “versión oficial”, de la
manipulación y el control que nos fue dando forma como sociedad a través de
creencias, dogmas, estereotipos, roles sociales y familiares e imposiciones de
todo tipo… más allá de lo puramente ortodoxo, al margen de lo que la familia y
sociedad tratan hacer de ti. La película sobre Kardec me ha hablado sobre el
pasado y el futuro de mi alma. Me ha devuelto a mí misma.
De pequeña leía incesantemente el
Nuevo Testamento bajo la mesa del comedor. Algo innato me llevaba siempre de la
mano hacia otro lado, hacia lo desconocido, un lugar menos grosero y más
espiritual. Tal vez por ello siempre supe que el ser humano nace libre y vive
circundado a un propósito. Que mi propósito de vida se extendía mucho más allá
de lo que se esperaba de mí. Sabía (me decía el corazón), que debía poner el
foco en aquellas cosas que el espíritu, a través de la intuición, te va
mostrando. Crees y sucede así. Es mágico. Y así, resumiendo mucho y con el paso
de los años, terminé por escribir, como quien no quiere la cosa, una novela
sobre Jesús, otra sobre el valor de la vida en un campo de exterminio nazi,
otra sobre la inquisición… entre otras. Y, pensando así, animada por todo lo
que todavía quedaba por vivenciar y descubrir… cada vez le perdí más interés al
mundo de la forma, corriendo el "riesgo" de casi no encontrar ya regocijo
alguno en el camelo de las cosas materiales.
Soy espírita por convicción. La
fe no debería imponérsele a nadie. Nunca hice la Ouija ni la aconsejo. No hago
ni creo en rituales, supersticiones, fetichismos… y seguir las tradiciones no
es algo que vaya conmigo. Llegué al espiritismo no por la fenomenología sino por su moral. Y me pregunto, ¿sabe el mundo hoy todo lo que le debe a Allan
Kardec? ¿Somos conscientes del valor de la información codificada por este
investigador y divulgador de una doctrina que antes de que te hagas la pregunta
ya te ha dado la respuesta? Soy espírita por convicción, sí, y esta ha sido la
película, como os decía antes, que me ha devuelto a mí misma y me ha dado fuerza para seguir en la divulgación
de lo que para mí ha sido, y es, como una lluvia de maná en pleno desierto.
Con infinito amor y gratitud a
Allan Kardec y a todos los que, como él, se atrevieron a ir más allá en pro de "la libertad, la igualdad y la fraternidad",
®Rosa Sánchez
ALLAN KARDEC, codificador de la Doctrina Espírita |