Ya había escrito sobre ello y, casualmente, lo comentaba hace unos días con una pareja de amigos burgaleses. El asunto gira en torno a la libertad de expresión en los medios de comunicación, esa libertad que algunos ven como una oportunidad para difamar o denigrar a alguien, y la impunidad con la que éstos cuentan. Porque la finalidad de los que pasaré a llamar "los cuervos de internet", también denominados "trol" en el argot del ciberespacio, es hundir a la gente per se. Porque en este país linchar a cualquiera a través de cualquier medio sale barato o gratuito, por lo que imagino que no debe de estar tipificado en el código penal ni estar perseguido por ninguna ley. Si no, por ejemplo, en la página principal de MSN no vendría el polémico enlace titulado: "lucha por tus ídolos y hunde a quien quieras"... relacionado, directa o indirectamente, con los programas basura que apoyan este tipo de prácticas y que contribuyen a crear una sociedad donde la indiferencia y la violencia gratuita reemplazan a los valores éticos de toda la vida.
Y es que veréis, no hace mucho tiempo, un excelente y exitoso escritor amigo mío, quien, pese a su ceguera total no ceja en su empeño de superarse y hacerse un hueco en el mundo de la literatura con esfuerzo y tesón, se encontró con la desagradable sorpresa de atinar con una página en Facebook en contra suya. Con foto robada de su blog incluida. Y, para mayor desconcierto, sin necesidad de emprender profusas indagaciones, descubrió que el autor de tal ocurrencia no se trataba de cualquier encarnizado anónimo, no. Era un conocido amigo suyo, a quien, por cierto, le había hecho en el pasado algún que otro favor. Alguien tan cobarde que, pese a contar con el teléfono y dirección del perjudicado, pese a asistir en persona a alguna de sus presentaciones, decidió hacer gala de toda su insensatez y falta de coherencia abriendo esa página. Pero y qué. No debe de pasar nada cuando Facebook no ha tomado cartas en el asunto, pese a haberse denunciado el caso desde su descubrimiento. Porque los administradores de las redes sociales, ese sistema que afortunadamente nos sirve para acercar personas, dadas sus muchas ventajas y bondades, deberían de velar por la honorabilidad y las buenas prácticas de los usuarios con mayor rapidez y atención personalizada. Pero no.
Creedme, en una sociedad que presume de gozar al fin de tantas y tantas libertades, descubrir que alguien se ha tomado la molestia de estampar contra ti el sello de la animadversión y el desprecio gratuitos publicando una crítica destructiva en un medio público, es, cuanto menos, doloroso. Porque es injusto que se juzgue una obra por cosas ajenas a su contenido o a su contexto, como puede ser la vida privada del autor: sus inclinaciones sexuales, sus creencias u otros aspectos personales. Por esto mismo, personalmente apelo a que toda crítica sea constructiva, objetiva o subjetivamente, pero emitida con responsabilidad y buenhacer, teniendo en cuenta la calidad de la obra y con el debido respeto al esfuerzo y la dedicación del autor, así como a sus creencias o ideologías personales.
"Los cuervos de internet" se caracterizan por una violencia verbal que roza lo cruel, y aunque en la mayoría de los casos se trata de gente sin escrúpulos que utiliza este sistema como mero pasatiempo, otras veces se trata de conocidos que se esconden tras seudónimos o desde el cobarde mundo del anonimato por el mero hecho de hacer daño. Y lo digo por experiencia. No es la primera vez que alguien no muy de acuerdo con algo de lo publicado por mí me ha mandado algún anónimo atacando a mis libros, sin más. Por dar donde más duele. Sin saber que lo que más me duele no es que me lancen improperios sobre la calidad literaria de un libro que ni conocen, sino que no lo hagan a la cara. Pero este mundo es así porque así nos empeñamos que sea.
Y aunque parezca que no viene mucho al caso, aprovecho para hablar sobre algo que me contó una vez una amiga, oriunda de Orihuela. Resulta que, en el colegio religioso en el que estudiaba, se saltaban la lección de Miguel Hernández por el simple hecho de que éste había sido de ideas contrarias al régimen de entonces. Lo mismo daba su vocación innata, modelo para muchos, o la calidad y singularidad de su poesía. La censura, en otros tiempos, fue otro tipo de crueldad. Se ignoraba su obra porque lo que verdaderamente valoraban eran otros aspectos personales del autor. Visto así, ¿qué es lo correcto? ¿La censura o la libertad de expresión? Sin conciencia, sin coherencia, sin respeto, nada es lo suficientemente correcto.
Me resigno a que se diga de nosotros lo que se quiera, pero al final la razón la da y la determina el buen criterio y el tiempo. La genialidad de mi amigo a la hora de escribir, así como la singularidad de la poesía de Miguel Hernández, son intachables, tal y como muestran sus obras. Y creed que la mía no se trata de una opinión condicionada por el afecto, no. Es un homenaje a la verdad. Por eso quisiera concluir diciendo tan sólo, como punto final, que, de todas formas, al final de todo, el único juicio válido sobre nuestros actos nos lo dictará a cada uno nuestra propia conciencia. Pero, mientras tanto, cabe decir que toda opinión divulgada desde el respeto y con humildad, hace de la cultura, más cultura. Así es.
Rosa, ah el respeto. Bonita palabra sobre a los que mucho se les llena la boca pero que no todos utilizan con la verdad de su sentido.
ResponderEliminarCuánto nos gusta hacernos discípulos de la Ley del Embudo. Qué triste, sí. Triste sorpresa enterarse de que uno es objeto de descalificaciones personales sin sentido.
Y, sin embargo, a cambio cuánto bueno tienen las redes sociales. ¿Cómo si no tú y yo nos habríamos conocido? ¿Cómo si no alguien como yo, con mi ceguera, iba a ser capaz de llegar tan lejos con mis mensajes y afanes de concordia y luz?
Pero sí, debemos perseverar en la lucha por construir redes sociales con valores y principios que hagan de este mundo un hogar más cálido y de conciencia.
Enhorabuena por tu artículo, tan lleno de certezas y sentido común aunque me resulte excesiva la comparación entre don Miguel Hernández y esta humilde personita.
Cuídate y buena noche.
Besos de luz.
Estimado Alberto:
ResponderEliminarYo siempre digo que lo sincero no quita lo cortés. Hay personas sin criterio, sin educación y sin valores prestos a hacer mucho daño gratuito, pero no pasa nada, cada cual queda a la altura de lo que es. Quien tiene buen criterio lo percibe enseguida.
Ya te dije, a ti que tanto te gustan las frases, aquélla de Einstein que dice: "ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de conciencia en el que fue creado". Más o menos, dijo así, lo escribo de memoria.
Es un acto de madurez seguir el camino sin detenernos en observar las piedras, mejor disfrutar del paisaje, de los sonidos y aromas. ¿No crees?
La comparación con Miguel Hernández no es casual, viene relacionada con tu próxima visita a la tierra de este grande. Qué bueno sería que escribieras un relato donde ambos os encontrarais. ¿De qué hablaríais? Sería una conversación interesante y enriquecedora, sin duda.
Un abrazo emocionado y gracias por plasmar una vez más tu valiosa huella en mi humilde blog.
Rosa, te tomo la palabra sobre esa conversación. Lo que no sé es si lo haré después de que tengamos ocasión de visitar su casa o así.
ResponderEliminarBueno, me gusta el reto.
Sigamos caminando contemplando hermosos paisajes y conociendo hermosos caminant@s.
Besos de caramelo.
Muy bien contado. Y me gusta eso que dice Alberto de redes sociales con valores y principios. Un abrazo
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