Un año que termina y otro que comienza…
ésa es la historia de nuestras vidas. Desde los albores de la humanidad el
hombre ha tratado de hallar respuesta a los acontecimientos inexplicables (sobrenaturales,
arcanos o sagrados) que acontecían a su alrededor. Dos de esos grandes enigmas bien
podrían ser las supersticiones (la incansable búsqueda de la suerte) y el
tiempo, para muchos, devorador insaciable de todo...
El tiempo, cíclico o lineal (poco
importan ya los antiguos conceptos que se tengan sobre él), avanza impasible
por ese camino inexorable hacia el futuro… poniendo fecha de caducidad a todo
lo sujeto a las leyes de la física. Por lo tanto, ¿qué es el tiempo? Para
quienes lo relacionan con la añoranza y la vejez, como un estigma, no es sino
blasón y emblema de muerte. Para quienes sólo lo contemplamos como una
rendición y entrega, por convicción, a las leyes naturales… pasa a ser alegoría
de vida y una oportunidad limitada de crecimiento y expansión. Así es. El
tiempo siempre ha sido y será lo que nosotros queramos que sea. Se nos ha dado
la oportunidad de decidir. El ser humano no puede permitirse seguir siendo
esclavo del pasado, de las creencias o víctima del tiempo.
En la antigüedad el concepto tiempo, junto
a la vejez, era imagen y arquetipo de sabiduría y erudición. En la sociedad
actual, donde la ciencia, la cultura y la sabiduría parecen haber pasado a un
segundo e, incluso, tercer plano, las aspiraciones parecen centrarse en una
visión mucho más mundana de la vida, tomando relevancia una excesiva
preocupación por la estética y la apariencia… En fin. Es lo único que nos vende
la publicidad mediante cualquier medio.
Ya ha concluido, por fin, 2013, un año
de símbolos y supersticiones. Hemos dicho adiós al número de la mala suerte en
un tiempo en el que muchos han tocado madera para que, en el transcurso de éste,
no se les cruzara por el camino cualquier despistado y enjuto gato negro. Qué
mal lo vamos a tener entonces en el ‘14’, quienes no hemos podido tocar madera.
Sí, madera de ésa, de la de verdad. Y principalmente porque todo lo que
compramos en Ikea no es más que aglomerado…
Pero, ¿qué es la suerte? ¿Se atrae, se
llama, se busca, se compra..? Hoy en día, desde todo tipo de prensa y tv, verdaderos
maestros de lo absurdo todavía cuentan con la facultad de influir y sugestionar
el subconsciente colectivo con sus ritos mágicos y otras supercherías mediante
las que, previo pago, aseguran podernos traer la suerte a nuestras vidas... ¿Lo
más sorprendente? Como decía, que todavía haya quien dé ‘crédito’, a ciencia
ciega, a ciertas cosas. Un hecho que simboliza, nada menos, que entregamos algo
tan valioso como es nuestra credibilidad a algo o alguien que, irremediablemente,
condicionará nuestras vidas y terminará decidiendo por nosotros. No sé en qué
parte de la historia perdimos el sentido común, porque sigo sin entender muchas
de las supersticiones y creencias populares que todavía sobreviven a nuestros días…
Los prejuicios y la ignorancia,
mecanismos del miedo, han convivido con el hombre desde tiempos inmemoriales,
sobre todo, por el pensamiento hermético de las épocas y la escasa o nula
accesibilidad a la educación de la gente llana y sencilla. Bueno, y por la
perfidia de las gentes cultas y letradas que, al servicio de los poderes
establecidos, alimentaron esos fantasmas para someter al pueblo mediante los
instrumentos del miedo y la privación. Todo ello, un gran estigma para el
hombre de ayer que pone de manifiesto la imperiosa necesidad actual de rectificar
errores y hacer propósito de enmienda.
Afortunadamente, siempre hubo quienes
lucharon por la verdad, por sacar al pueblo llano del yugo de esa ignorancia que
tanto le oprimía sin darse cuenta. Gracias a Dios, cientos de pensadores,
filósofos y visionarios de todo tiempo, apostaron por la paz, la verdad y la
excelencia humana. Algunos, incluso, dejándose la vida en el intento. Por eso
sorprende tanto que todavía haya quienes se empeñen en mantener vivas ciertas
tradiciones irracionales, entre otras cosas, y que el hombre actual viva
dividido por un enfrentamiento constante entre creencias.
Mientras sigamos detenidos en los aspectos
materiales, mientras demos mayor credibilidad a las falsas creencias que condicionan
nuestras vidas, que al mismo poder personal con el que nace cada espíritu,
bendecido por el libre albedrío y la libertad… nadie será libre. Sólo un
espíritu libre sonríe ante las adversidades y se enfrenta con fortaleza al paso
del tiempo, a la vejez y a la muerte, porque sabe que debe convivir con esas
cosas… Amigos/as, la vida es un juego, no una cuestión de suerte. Si desde el
principio la humanidad hubiera aprendido a observar la vida como un milagro y la
muerte como un proceso natural… hoy nadie tendría nada que temer. Pues como
dijo un filósofo: “cuando el hombre ha conocido algo, se libera de ello”.
A mí me gusta más el 14 que el 13, eso para empezar. A ver si tengo razón y el año va bien. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno, Ana, yo te deseo lo mejor en todos los sentidos en este año que comienza, puesto que el '13' ya se ha pasado... y parece que para no volver.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido y hasta pronto.