sábado, 18 de enero de 2014

ENTRE EL TIEMPO Y LA SUPERSTICIÓN

 
Un año que termina y otro que comienza… ésa es la historia de nuestras vidas. Desde los albores de la humanidad el hombre ha tratado de hallar respuesta a los acontecimientos inexplicables (sobrenaturales, arcanos o sagrados) que acontecían a su alrededor. Dos de esos grandes enigmas bien podrían ser las supersticiones (la incansable búsqueda de la suerte) y el tiempo, para muchos, devorador insaciable de todo...

El tiempo, cíclico o lineal (poco importan ya los antiguos conceptos que se tengan sobre él), avanza impasible por ese camino inexorable hacia el futuro… poniendo fecha de caducidad a todo lo sujeto a las leyes de la física. Por lo tanto, ¿qué es el tiempo? Para quienes lo relacionan con la añoranza y la vejez, como un estigma, no es sino blasón y emblema de muerte. Para quienes sólo lo contemplamos como una rendición y entrega, por convicción, a las leyes naturales… pasa a ser alegoría de vida y una oportunidad limitada de crecimiento y expansión. Así es. El tiempo siempre ha sido y será lo que nosotros queramos que sea. Se nos ha dado la oportunidad de decidir. El ser humano no puede permitirse seguir siendo esclavo del pasado, de las creencias o víctima del tiempo.

En la antigüedad el concepto tiempo, junto a la vejez, era imagen y arquetipo de sabiduría y erudición. En la sociedad actual, donde la ciencia, la cultura y la sabiduría parecen haber pasado a un segundo e, incluso, tercer plano, las aspiraciones parecen centrarse en una visión mucho más mundana de la vida, tomando relevancia una excesiva preocupación por la estética y la apariencia… En fin. Es lo único que nos vende la publicidad mediante cualquier medio.

Ya ha concluido, por fin, 2013, un año de símbolos y supersticiones. Hemos dicho adiós al número de la mala suerte en un tiempo en el que muchos han tocado madera para que, en el transcurso de éste, no se les cruzara por el camino cualquier despistado y enjuto gato negro. Qué mal lo vamos a tener entonces en el ‘14’, quienes no hemos podido tocar madera. Sí, madera de ésa, de la de verdad. Y principalmente porque todo lo que compramos en Ikea no es más que aglomerado…

Pero, ¿qué es la suerte? ¿Se atrae, se llama, se busca, se compra..? Hoy en día, desde todo tipo de prensa y tv, verdaderos maestros de lo absurdo todavía cuentan con la facultad de influir y sugestionar el subconsciente colectivo con sus ritos mágicos y otras supercherías mediante las que, previo pago, aseguran podernos traer la suerte a nuestras vidas... ¿Lo más sorprendente? Como decía, que todavía haya quien dé ‘crédito’, a ciencia ciega, a ciertas cosas. Un hecho que simboliza, nada menos, que entregamos algo tan valioso como es nuestra credibilidad a algo o alguien que, irremediablemente, condicionará nuestras vidas y terminará decidiendo por nosotros. No sé en qué parte de la historia perdimos el sentido común, porque sigo sin entender muchas de las supersticiones y creencias populares que todavía sobreviven a nuestros días…

Los prejuicios y la ignorancia, mecanismos del miedo, han convivido con el hombre desde tiempos inmemoriales, sobre todo, por el pensamiento hermético de las épocas y la escasa o nula accesibilidad a la educación de la gente llana y sencilla. Bueno, y por la perfidia de las gentes cultas y letradas que, al servicio de los poderes establecidos, alimentaron esos fantasmas para someter al pueblo mediante los instrumentos del miedo y la privación. Todo ello, un gran estigma para el hombre de ayer que pone de manifiesto la imperiosa necesidad actual de rectificar errores y hacer propósito de enmienda.

Afortunadamente, siempre hubo quienes lucharon por la verdad, por sacar al pueblo llano del yugo de esa ignorancia que tanto le oprimía sin darse cuenta. Gracias a Dios, cientos de pensadores, filósofos y visionarios de todo tiempo, apostaron por la paz, la verdad y la excelencia humana. Algunos, incluso, dejándose la vida en el intento. Por eso sorprende tanto que todavía haya quienes se empeñen en mantener vivas ciertas tradiciones irracionales, entre otras cosas, y que el hombre actual viva dividido por un enfrentamiento constante entre creencias.

Mientras sigamos detenidos en los aspectos materiales, mientras demos mayor credibilidad a las falsas creencias que condicionan nuestras vidas, que al mismo poder personal con el que nace cada espíritu, bendecido por el libre albedrío y la libertad… nadie será libre. Sólo un espíritu libre sonríe ante las adversidades y se enfrenta con fortaleza al paso del tiempo, a la vejez y a la muerte, porque sabe que debe convivir con esas cosas… Amigos/as, la vida es un juego, no una cuestión de suerte. Si desde el principio la humanidad hubiera aprendido a observar la vida como un milagro y la muerte como un proceso natural… hoy nadie tendría nada que temer. Pues como dijo un filósofo: “cuando el hombre ha conocido algo, se libera de ello”.

2 comentarios:

  1. A mí me gusta más el 14 que el 13, eso para empezar. A ver si tengo razón y el año va bien. Un abrazo.

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  2. Bueno, Ana, yo te deseo lo mejor en todos los sentidos en este año que comienza, puesto que el '13' ya se ha pasado... y parece que para no volver.
    Un abrazo agradecido y hasta pronto.

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