martes, 12 de febrero de 2013

PROFECÍAS MAYAS Y CAMBIOS DE CONCIENCIA II

 
Recientemente, tras el aluvión de despropósitos que algunos hemos tenido que soportar sobre el frustrado cataclismo mundial vaticinado por los mayas, aprovecho para dar mi más sentido pésame a los autores del rumor. Probablemente, sin ánimo de exagerar, no estemos ante la mayor campaña de manipulación de datos y desprestigio de la historia, pero el hecho en sí ha comportado bastante repercusión mediática, que es lo más sorprendente y preocupante: desde decenas de libros hasta las películas de cine más catastrofistas…

No me deja de sorprender la tendencia del ser humano a sembrar el pánico y la incertidumbre en tiempos donde la esperanza y el optimismo deberían ser, más que nunca, nuestros emblemas de identidad. Donde el pesimismo debería combatirse con su opuesto. Donde la única salida, quizás, sea la de cambiar de dirección o buscar una alternativa. Abandonar aquello que no funciona, aunque nos hallamos acomodado a ello, e ir en busca de lo que sí funciona. Pero, en fin, el mismo hecho en sí deja explícita la necesidad que tiene la humanidad de un cambio de conciencia. O sí o sí, he oído decir por ahí muy acertadamente.

En primer lugar debemos entender que no es equitativo analizar un mundo como el mesoamericano prehispánico con el nuestro, radicalmente distinto. Los mayas no pudieron vaticinar la llegada del fin del mundo porque en su cosmovisión no existía el concepto lineal del tiempo que utilizamos en Occidente, basado en una mentalidad apocalíptica heredada de la tradición judeo-cristiana. Observación que suelo incluir en mis novelas: para entender ciertas cosas del pasado, hay que buscar el origen, en la medida de lo posible sumergirse en la mentalidad de esa época y tratar de observarlas desde ese mismo prisma. Ésa es la actitud.

El problema es que en el subconsciente colectivo ha quedado grabado el mensaje de que los mayas se equivocaron, y es probable que este hecho pase así a la historia, como tantos otros. Pero no, no lo hicieron, puesto que ellos no vaticinaron el fin del mundo. Sin embargo, sí anunciaron el fin de una Era que conlleva un necesario cambio de conciencia. El fin del mundo materialista. El fin del mundo del miedo y del odio. Anunciaron que llegaría el momento donde tendríamos la necesidad de transmutar en un nuevo mundo. Un mundo donde la tecnología se utilice para dar luz y energía, y se ponga fin a la pobreza. Algo bastante obvio, desde cualquier perspectiva, ya que si no despertamos, si no nos sumamos al cambio, si no evolucionamos algo más (espiritualmente hablando), si no optamos por costumbres y formas de vida más sanas y respetuosas con nuestros semejantes, con nosotros mismos y con el medio que nos rodea, ya me dirán qué planeta vamos a dejar para nuestros hijos el día de mañana. Porque un mundo de caos y desesperanza es un mundo perdido.

Afortunadamente cada vez son más los que reconocen tener una nueva visión de las cosas y los que afrontan la vida desde el lado de la positividad y el conformismo. A esa transformación se le denomina ascenso de un plano de conciencia a otro superior. Y es que el cambio está sucediendo desde hace años, no es nada nuevo. El inconveniente es que ha saltado a la palestra según el proceder catastrofista que tiene la humanidad a la hora de reaccionar, al considerar el 21 de diciembre como una fecha para el miedo, la discordia y la negatividad. Pero el triunfo es que los cambios se han ido extendiendo a todas las manifestaciones del conocimiento humano desde hace tiempo y lo seguirá haciendo hasta construir un ser humano diferente, capaz de entender e intuir, madurar y generar su aprendizaje positivo ante situaciones objetivamente caóticas en apariencia. Vivimos un nuevo ciclo de conocimiento superior. Y precisamente es en esa conexión donde alcanzamos una comunicación silenciosa y amorosa con el resto de seres, la naturaleza y el universo. Y esta “común unión” no puede generar ningún caos sino armonía, paz y belleza.

A día de hoy podemos decir que existen dos tipos de seres humanos: los que están dormidos y los que están despiertos. El cambio se integra en la capacidad de los que están despiertos para que consigan despertar a los que están dormidos. Felices aquellos que han apostado por disipar los mecanismos del miedo, la ira y el odio. Felices porque estamos viviendo en la Era donde nuestros hijos y nietos vivirán conscientes de su conexión con la fuente siendo los responsables de extender el amor, la abundancia y la paz por toda la Tierra. Benditos sean. Felices todos. 
 

6 comentarios:

  1. Rosa, uy si este artículo tuyo me suena. ¿Lo habré visto publicado en algún papiro de Alejandría aunque puesto en jeroglíficos? jejejje
    Yo no llego a tanto análisis como el que haces tú, pero lo que sí sé es que debemos ayudar a que este mundo sea un hogar más cálido donde vivir, que debemos tratar de ser luces para quienes nos rodean (y lo dice un ciego).
    Mi experiencia me dice que hay muchos motivos para la esperanza porque hay mucha gente buena que ayuda, aunque se ´vea más la mala. Ya se sabe eso de que el mal necesita hacer ruido para que se note, en cambio el bien no lo necesita porque ya destaca en sí mismo.
    Creo que aun con errores, debemos enseñar a actuar de una forma más amable y cordial, ayudar, ser testimonio y hemos de hacerlo con sencillez y humildad, con pequeños gestos de entrega generosa. Y eso sí, hacerlo sin luego pasar la factura, sin cobrar (entre comillas) la ayuda prestada.
    ¿Cómo no voy yo a querer ayudar si cuando pido ayuda porque la necesito, quiero ser ayudado? Es verdad, hay veces en que, por desconocimiento, esa ayuda que uno recibe no es la adecuada. Pero a mí me vale con el mero hecho de haber querido darla. ¿Y a cambio? Un gracias, un que se dé bien y una sonrisa cálida.
    Bueno, ahí estamos haciendo menos de lo que uno quisiera, pero ahí estamos.
    Besos de luz en conciencia (que no en salsa rosa), juajuajua.

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  2. Alberto, no me extrañaría que lo hubieras leído en algún papiro alejandrino, je, je, tú que eres arqueólogo de palabras y arquitecto de sueños. Cualquier día tienes acceso a los archivos vaticanos y nos sorprendes con un novelón a lo Dan Brown, je, je. Sí, sí, no te rías, que te veo capaz de todo.
    El bien y el mal... esos dos opuestos que nos prueban continuamente, qué temazo.
    "Quan més roïna es la nou, més soroll mou", dice un refrán valenciano.
    Tienes razón que el mal hace más ruido, pero el bien provoca más felicidad y optimismo y sólo por eso vale la pena intentarlo.
    Y sí, sí, hay que dar a cambio de nada, porque en la acción ya va la recompensa.
    Gracias por dejar aquí tu valiosa huella, una huella humilde, generosa y con conciencia. (Lo de salsa rosa te lo guardo para otra ocasión, jijiji)

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  3. jajajajajjajajaja
    Espera, que cojo el pan para mojar en la salsa, jejejej.
    Cuídate.

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  4. Ojalá tengas razón y haya empezado esa nueva era, que falta nos hace. Un abrazo.

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  5. Hola Ana:
    Algunas personas con las que me cruzo a diario que han leído la 1ª parte de este artículo me han confesado estar experimentando estos cambios desde hace ya mucho tiempo, habrá otras que seguro ni lo percibieron; los cambios se van dando progresivamente, fíjate en la cantidad de cosas que se están desmantelando en muchos aspectos, sociales y políticos, pero que para que haya un bienestar total hace falta cierto tiempo todavía. Fíjate que yo nombro a nuestros hijos y nietos como "beneficiarios" de esta "nueva Era"... Más vale así.
    Gracias por dejar tu valiosa huella.
    Un abrazo de luz.

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  6. Hola Rosa, solo decirte que me ha encatado tu glog, y hasta ahora mismo no he podido dejar de leer, un saludo, y por cierto, no te he encontrado en facebook.

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