¿Dios
o azar? Éstas son las mayores incógnitas actuales de la ciencia que se han
vuelto a plantear en Tenerife el pasado mes de septiembre, con motivo de la
celebración del Festival Starmus, un festival de una semana de duración centrado
en la visión puramente científica del origen del universo. Hasta allí, grandes
de la élite científica actual, astronautas, premios Nobel y algunos músicos de
renombre, se han reunido en torno a un debate sin precedentes… La polémica
vuelve a estar servida.
Una
cita donde, entre otras ponencias (y por ironías de la vida), el prestigioso físico
británico Stephen Hawking jugó a ser Dios negando con rotundidad la existencia
del mismo, afirmando cosas como que ‘ningún aspecto de la realidad está fuera del
alcance de la mente humana’. Y lo dice una persona de 72 años con una
enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica
diagnosticada a los 21 años y que, por ello, debería llevar unos 50 años muerto
según la ciencia.
La
ciencia actual presenta teorías que pretenden prescindir de Dios en el origen
del universo y miles de científicos de todo el mundo las avalan. Ciencia y
razón contra religión y fe. Y yo, como siempre, me pregunto: ¿por qué debemos
elegir? ¿Por qué debemos separar ambas cosas? Si, como dijeron los grandes
místicos, Dios es indefinible, impensable e inimaginable… ¿cómo explicar algo
que sólo se puede sentir desde la experiencia? ¿Cómo puede formarse el universo
y todo cuanto existe a partir de una explosión, tal y como explica la teoría científica
del Big Bang? ¿Puede salir orden del caos? ¿Acaso no se encierra una sabiduría
en todo lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos, que sólo ha podido
ser diseñada y creada por una inteligencia superior?
Yo
creo que la fe es algo innato. Algo que se ve y se siente y no necesariamente
está ligada a cuestiones culturales o de tradición familiar. En mi caso, al
menos, no ha sido así. Crecí bajo la conciencia absoluta de la existencia de un
ser superior, creador de todo cuanto existe, sin la presencia de ninguna clase
de imposición religiosa ni haber seguido adoctrinamiento en dogma alguno. Tal
vez nos venga dado, a unos, y sea adquirido, por otros. Tal vez. El caso es que
me resisto a prescindir del sello de la mano de Dios en todo cuanto es y somos.
Porque decir lo contrario es afirmar que nuestra vida, la de los todos los
seres que habitamos esta Tierra, no tiene un propósito. Porque no saber de
dónde venimos, qué hacemos aquí y hacia dónde vamos, no hace sino que crear una
mayor sensación de desconcierto y desánimo en la sociedad actual.
Creo
rotundamente que el ser humano es mucho más que lo visible y manifiesto de su
condición. Estamos dotados de cuerpo, mente y espíritu, y todos hemos venido a
la Tierra con un propósito. Tanta grandeza no puede provenir de una pobreza.
Sabios de todo el mundo llevan décadas avisándonos de que esto es así. La
realidad es que siempre han habido farsantes que han tratado de encubrir la
verdad. El ser humano ha tenido que echar mano de su propio discernimiento para
llegar a lo genuino y verdadero, además de haber contado también con seres de
luz cuyos testimonios tenemos a mano y que son noticia todavía.
Como
planteaba antes, ¿por qué debemos elegir? ¿Por qué debemos separar ambas cosas:
ciencia y fe? La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, una de las mayores expertas
mundiales en estudios sobre la muerte y los cuidados paliativos, afirmaba la
existencia de un mundo espiritual donde el ser sigue existiendo tras abandonar
el cuerpo físico. Creencia que defendió hasta el último momento. Estas
afirmaciones, llevadas a cabo en múltiples conferencias donde el tema base eran
las experiencias cercanas a la muerte y sus fases, basadas en experiencias
científicas, estudios personales y multitud de testimonios, no le ocasionaron
más que humillaciones por parte de compañeros de oficio.
Por
otro lado, la Dra. Marilyn Rossner, colega de la anteriormente citada y colaboradora
del Dalai Lama y Teresa de Calcuta, está considerada una de las mejores médiums
del mundo aunque su actividad no se circunscribe exclusivamente a sus
facultades precognitivas. Rossner es doctora en Ciencias de la Educación y en
Educación Especial, experta en terapias de conducta y directora del
Departamento de Psiquiatría del Hospital de Montreal (Canadá), entre otras
cosas. Gracias al don que posee también lleva décadas dando conferencias por
todo el mundo sobre temas tan trascendentales como son la muerte, la
reencarnación, la importancia del perdón y, sobre todo, la existencia de Dios
como Creador y Sabiduría Suprema.
El
tiempo que las grandes almas han profetizado es ahora. Vivimos una etapa donde
toda mentira sale al descubierto. Es el triunfo de la conciencia sobre el
instinto. Un tiempo donde absolutamente nada puede cambiar la verdad, pero
donde la verdad puede cambiarlo todo. Estoy segura que la paz que todos
ansiamos está cerca. La crítica, la venganza, la ira, el odio y la
incomprensión serán borrados para siempre. Y todo esto en el espacio tiempo: aquí
y ahora. Gracias a Dios.
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