Las redes sociales son como un confesionario para quien sabe ver más
allá. Existen lo que yo llamo las "lecturas del alma" y se extraen de la
observación del individuo y sus publicaciones/reacciones. Abundan
quienes piensan diferente, por ejemplo, en política y atacan
sistemáticamente otras ideologías mediante comentarios o memes
sarcásticos. Está muy bien, pero la desacreditación y el sarcasmo en
temas de política, el ataque o la descalificación hacia el “partido” o
el “votante contrario”, no refleja precisamente una mentalidad basada en
los principios de lo que muchos entendemos por democracia. Y todos
sabemos que hay algunos partidos que fomentan más abiertamente que otros
este tipo de proceder, que se convierte en un rol en el que muchos caen
sin darse cuenta. No son conscientes de hasta qué punto están siendo
manipulados en nombre de aquellos valores que creen defender y que, sin
embargo, brillan por su ausencia.
Por otro lado, también hay quienes se creen en posesión de la verdad absoluta respecto a su religión/creencia, y se pasan la vida entrando en perfiles/grupos donde exponer/imponer su “Verdad”. Tampoco suena muy “democrático”, ¿no? Conozco a quien se denomina a sí mismo como el “creyente verdadero”, el “poseedor de la verdad”, etc. mientras critica a su “hermano” por pensar diferente. A veces tendríamos que cuestionarnos seriamente qué es la Verdad, quién la posee y cómo se sostiene. Para mí la Verdad es la experiencia de cada uno. Vive, experimenta, reflexiona y la poseerás muy ligeramente. Y, apuntando mucho más alto, también diría que es la Vida. La Vida misma. Aceptar lo que ES sin querer cambiarlo, poseerlo, destruirlo, adaptarlo a nuestra comodidad o antojo. Eso es.
Y entre otros muchos ejemplos que podría poner, por citar otro bastante socorrido, también está el perfil de aquel vegetariano que ha dado el paso hacia la renuncia de ingerir carne, olvidando su etapa carnívora/cultural/familiar, creyendo que por ello tiene derecho de ir dando lecciones a otros porque ya camina como a tres palmos del suelo…
Personalmente, toda decisión que no lleve implícitos los principios fundamentales del respeto hacia lo diferente, hacia la diversidad de pensamientos y elección, que prive a los demás del derecho a manifestarse o ser como deseen, me parece una vulneración absoluta de los derechos del otro. Habrá que analizar a qué llamamos libertad de expresión y tantas otras cosas. A ver si después de tantos años de imposiciones y control mental vamos a volver al dualismo ideológico que divide, discrimina, reprime y coarta.
Mi opinión personal al respecto es que abundan las personas con heridas. Sí. Heridas a veces muy profundas que normalmente se originaron en la infancia y que forjó una personalidad insatisfecha, infeliz. La política, las creencias, las imposiciones alimentarias (por seguir la línea de ejemplos), sólo serían “válvulas de escape” a tanta represión/enojo, a mi entender. Una persona con la herida del rechazo o la discriminación, normalmente, buscará desmarcarse del resto, rara vez dará su opinión y se aislará de todos. Quien fue ignorado, nada reconocido, tratará soberanamente de acaparar la atención por la vía que sea, demandará ser atendido, protagonista, buscará la aprobación de todos. Quien sufre las heridas de la traición o la injusticia también buscará su vía, tal vez sea agresivo, intolerante, quiera imponer su opinión, dar rienda suelta a su frustración. Por eso cuando alguien se siente ignorado, discriminado, traicionado, no atendido… se abren esas heridas de abandono, de indiferencia, de carencia, etc. y brota la descalificación, el desagrado o el enojo oportuno.
A ver si escarmentamos todos en cabeza ajena. Por una sociedad mejor.
Con amor y sentido del humor...
Rosa Sánchez
Por otro lado, también hay quienes se creen en posesión de la verdad absoluta respecto a su religión/creencia, y se pasan la vida entrando en perfiles/grupos donde exponer/imponer su “Verdad”. Tampoco suena muy “democrático”, ¿no? Conozco a quien se denomina a sí mismo como el “creyente verdadero”, el “poseedor de la verdad”, etc. mientras critica a su “hermano” por pensar diferente. A veces tendríamos que cuestionarnos seriamente qué es la Verdad, quién la posee y cómo se sostiene. Para mí la Verdad es la experiencia de cada uno. Vive, experimenta, reflexiona y la poseerás muy ligeramente. Y, apuntando mucho más alto, también diría que es la Vida. La Vida misma. Aceptar lo que ES sin querer cambiarlo, poseerlo, destruirlo, adaptarlo a nuestra comodidad o antojo. Eso es.
Y entre otros muchos ejemplos que podría poner, por citar otro bastante socorrido, también está el perfil de aquel vegetariano que ha dado el paso hacia la renuncia de ingerir carne, olvidando su etapa carnívora/cultural/familiar, creyendo que por ello tiene derecho de ir dando lecciones a otros porque ya camina como a tres palmos del suelo…
Personalmente, toda decisión que no lleve implícitos los principios fundamentales del respeto hacia lo diferente, hacia la diversidad de pensamientos y elección, que prive a los demás del derecho a manifestarse o ser como deseen, me parece una vulneración absoluta de los derechos del otro. Habrá que analizar a qué llamamos libertad de expresión y tantas otras cosas. A ver si después de tantos años de imposiciones y control mental vamos a volver al dualismo ideológico que divide, discrimina, reprime y coarta.
Mi opinión personal al respecto es que abundan las personas con heridas. Sí. Heridas a veces muy profundas que normalmente se originaron en la infancia y que forjó una personalidad insatisfecha, infeliz. La política, las creencias, las imposiciones alimentarias (por seguir la línea de ejemplos), sólo serían “válvulas de escape” a tanta represión/enojo, a mi entender. Una persona con la herida del rechazo o la discriminación, normalmente, buscará desmarcarse del resto, rara vez dará su opinión y se aislará de todos. Quien fue ignorado, nada reconocido, tratará soberanamente de acaparar la atención por la vía que sea, demandará ser atendido, protagonista, buscará la aprobación de todos. Quien sufre las heridas de la traición o la injusticia también buscará su vía, tal vez sea agresivo, intolerante, quiera imponer su opinión, dar rienda suelta a su frustración. Por eso cuando alguien se siente ignorado, discriminado, traicionado, no atendido… se abren esas heridas de abandono, de indiferencia, de carencia, etc. y brota la descalificación, el desagrado o el enojo oportuno.
A ver si escarmentamos todos en cabeza ajena. Por una sociedad mejor.
Con amor y sentido del humor...
Rosa Sánchez