El aliento ártico enrosca las montañas,
haciendo castañetear los huesos del bosque.
Las gotas se aferran de las ramas:
adornos enjoyados arrojados a la tierra.
Los árboles pierden sus hojas en invierno y algunos pueden incluso caer durante las tormentas, pero la mayoría resiste pacientemente y aguanta su suerte.
Soportan la lluvia, la nieve, el viento y el frío. Resisten sin problemas el adorno de gotas de lluvia como glicerina, trémulos carámbanos de hielo, o coronas de nieve. No se preocupan cuando tal lustroso esplendor es estrellado contra el suelo. Resisten y esperan, el poder de su crecimiento aparentemente dormido. Pero en el interior, se construye imperceptiblemente un florecimiento.
Suya es la tolerancia de ser fieles a su naturaleza interna. Es con este poder que resisten tanto las vicisitudes como los adornos de la vida, porque ni la mala fortuna ni la buena suerte alterarán lo que son.
Nosotros deberíamos ser del mismo modo. Puede que tengamos una gran fortuna o mala suerte, pero deberíamos soportar ambas pacientemente. Sin importar qué suceda, siempre debemos ser fieles a nuestro yo interior.
haciendo castañetear los huesos del bosque.
Las gotas se aferran de las ramas:
adornos enjoyados arrojados a la tierra.
Los árboles pierden sus hojas en invierno y algunos pueden incluso caer durante las tormentas, pero la mayoría resiste pacientemente y aguanta su suerte.
Soportan la lluvia, la nieve, el viento y el frío. Resisten sin problemas el adorno de gotas de lluvia como glicerina, trémulos carámbanos de hielo, o coronas de nieve. No se preocupan cuando tal lustroso esplendor es estrellado contra el suelo. Resisten y esperan, el poder de su crecimiento aparentemente dormido. Pero en el interior, se construye imperceptiblemente un florecimiento.
Suya es la tolerancia de ser fieles a su naturaleza interna. Es con este poder que resisten tanto las vicisitudes como los adornos de la vida, porque ni la mala fortuna ni la buena suerte alterarán lo que son.
Nosotros deberíamos ser del mismo modo. Puede que tengamos una gran fortuna o mala suerte, pero deberíamos soportar ambas pacientemente. Sin importar qué suceda, siempre debemos ser fieles a nuestro yo interior.
Nuestro desafío es vencer nuestra propia rebelión interior y ser capaces de hacer lo que realmente tenemos que hacer: cumplir con nuestras responsabilidades.
ResponderEliminarY todos sabemos que debemos hacer y cual es nuestra responsabilidad, y lo sabemos en cada momento de nuestra vida y en nuestros compromisos personales, familiares, laborales, sociales, solidarios...etc.
Indudablemente que, el esfuerzo por cumplir con nuestra responsabilidad nos llevaría a preguntarnos muchos interrogantes que necesitamos dar respuesta.
Un abrazo.
P.D. En este momento acabo de recibir el libro.
Rosa, los árboles nos dan muchas lecciones, hoy en día son unos de mis mejores maestros... Yo les quiero, los cuido, en fin que les mimo... y ELLOS... me dan eso que tanto necesito, estar bien arrelado a la VIDA, a la "mami" que es Tierra...
ResponderEliminarBonita y sentida reflexión, te felicito...
PAZ Y AMOR para todos, sobre todo para ELLOS...
¡Qué bonito! De ahora en adelante observaré la naturaleza con otros ojos...
ResponderEliminar¡Abrazotes!
Creo que los árboles son más duros que nosotros.
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