viernes, 29 de enero de 2010

HAITÍ: Crónica de una tragedia sin precedentes


Pocos conocíamos la realidad de Haití hasta el pasado 12 de enero. Muchos que habíamos oído hablar de ese país de las Antillas con anterioridad, lo creíamos rico, una “Marbella” de gente acomodada en un idílico destino de vacaciones. Y así es, por sus hermosas playas y situación geográfica, pero se trata de recursos que sólo disfruta una minoría, la turista, ya que la verdadera realidad de la mayoría de los haitianos, antes del seísmo, se traducía en condiciones de vida bastante precarias que tristemente han desembocado en una historia mayor de desolación, miseria y desesperación.
El pueblo Haitiano ya era el más pobre de América latina antes de la tragedia y la desgracia llevaba presente durante décadas antes de que a la tierra le diera por temblar. El 80% de sus habitantes vivía en poblados chabolistas, sólo un pequeño porcentaje de niños estaban escolarizados y el índice de mortalidad infantil figuraba entre los más altos del hemisferio occidental. Además, muchas bandas se habían hecho fuertes en algunos núcleos de población donde no se atrevían a entrar ni los agentes del orden público, reinando así la delincuencia y el desorden más absoluto por esas barriadas. Al no existir gobierno que se preocupara por los permisos de armas, éstas circulaban libremente en manos de cualquiera. A lo que debemos sumar el descontrol de los ocho mil presos que hallaron la libertad al destruirse las cárceles donde cumplían condena por los delitos más variados. Y hablo en pasado porque desde el terremoto de 7 grados de intensidad en la escala Ritcher (cuyo poder destructivo es similar al de 16 bombas como la de Hiroshima), no queda relativamente nada en pie, excepto los supervivientes y algunas armas.
Estas personas, acostumbradas a vivir en extrema pobreza y soportar rígidas dictaduras que habían hecho derramar ríos de sangre en el pasado más reciente, ya llevaban tiempo pasando por otra clase de desastres, y a los naturales me refiero: huracanes, inundaciones, etc… “Caos”, “Horror”, “Destrucción”, “Incertidumbre”, tal vez sean las palabras que mejor describan esta tragedia sin precedentes, suceso que algunos han tildado como “el fin del mundo”. Y es que ni en las películas más catastróficas sobre posibles “finales” se ha podido plasmar tragedia de igual envergadura que la acontecida en Haití, donde los supervivientes de otros desastres del pasado han vuelto a sobrevivir a éste último.
Durante los primeros días nos llegaban noticias de desorganización y caos por parte de aquellos que intentaban devolver el orden tras la tragedia, pero antes de pararnos a enumerar los “fallos” cometidos por algunas organizaciones, ong’s, etc., deberíamos “solidarizarnos” con estas personas, que pasan a ser la única esperanza para los afectados. Se han escuchado críticas de mal gusto por parte de ese gran núcleo que no se implica personalmente (y puede que tal vez tampoco colabore económicamente), pero opinar sí que opina y de qué modo. Podemos imaginarnos las dificultades a las que se enfrentan a cada paso mientras criticamos sus actuaciones desde la comodidad de nuestro escritorio cuando ni siquiera sabemos organizar nuestra propia casa. Y es triste reconocerlo, pero en la sociedad que nos movemos impera una cosa: si haces, te criticarán porque hiciste; si no haces, te criticarán porque no te implicaste. En ambos casos seremos criticados, por lo que, con la conciencia tranquila, implicarse y actuar de buena fe será siempre la mejor opción.
Ahora, viendo el gran esfuerzo y la entrega de cooperantes, militares, policía, bomberos, médicos, enfermeros/as, religiosos/as, ong’s y voluntarios de toda índole, he comprendido mejor que nunca que “autoridad” es sinónimo de “servicio”, o al menos, aquí se aplica así este concepto (tal y como debe ser), y que tras grandes desastres siempre se movilizan personas y sentimientos.
Si podemos ayudar con una pequeña aportación económica, a la medida de nuestras posibilidades, ¿a qué esperamos? Todos los bancos y cajas tienen cuentas para tal efecto. Hagámoslo por solidaridad, por amor, porque una imagen vale más que mil palabras; da igual lo que nos mueva, Haití nos necesita para salir adelante, pues la humanidad entera es una, y tenemos mucho en común… más de lo que podamos imaginar.

domingo, 24 de enero de 2010

LA SONRISA DE LOS NIÑOS

Accidentados senderos,
soleados muros encalados,
Mar azul profundo,
y la sonrisa de los niños…

No importa a qué lugar del mundo vayas, no importa cuántas lenguas sean habladas, y no importa cuántas veces las culturas y los gobiernos entren en conflicto, la risa de los niños es universalmente levantadora de ánimos. El regocijo de los adultos puede ser variadamente celoso, inseguro, sádico, cruel o absurdo, pero el sonido de niños jugando evoca el ideal de un acto simple y puro. Ahí no hay conceptos, ni ideologías, sólo el inocente placer de la vida.
Como adultos nos detenemos demasiado en nuestras complejidades, nuestras ansiedades existenciales, y nuestras preocupaciones y responsabilidades, donde solemos dejarnos la sonrisa.
Hay quienes escuchan la alegría de los niños y suspiran por su perdida niñez. Y por eso mismo, porque no podemos volvernos niños otra vez, deberíamos confortarnos con el optimismo de ellos, contentarnos con su júbilo, impregnarnos de su sencillez.
Nos apura que nuestros niños crezcan. Pero lo mejor para ellos es vivir con plenitud cada año de sus vidas. Dejémoslos aprender lo que es apropiado a su edad, dejémoslos jugar. Y cuando la niñez se acabe en la adolescencia, ayudémoslos a una suave transición. Entonces sus sonrisas continuarán resonando con ánimo y esperanza para todos nosotros.

miércoles, 20 de enero de 2010

FALSAS APARIENCIAS


Algunos parecen fieros pero son afables.
Algunos parecen tímidos pero son despiadados.
Mira más allá de las apariencias;
Posiciónate para tu ventaja.

Sin experiencia, somos fácilmente engañados por las apariencias. Un hombre grandote habla fuerte, así que lo juzgamos insensible y beligerante, pero puede resultar ser bastante amable. Si lo abordamos a la defensiva, puede que no notemos sus puntos buenos. Por otro lado, cuando conocemos una mujer pequeña y callada, podemos volvernos complacientes en nuestra actitud. Si ella resulta ser una persona traicionera, nuestro relajamiento contribuye a nuestra victimización.
A veces las personas son exactamente como parecen ser. Otras veces, están sólo mostrando un camuflaje.
Los seres humanos, como los animales, tienen distintas estrategias de supervivencia. Color, movimiento, olor y otros, son todas maneras en que los animales practican el engaño. La gente no es diferente. Prometen una gran cantidad de cosas, pero rara vez cumplen. Proclaman amistad para toda la vida, y aún así nunca vuelven. Te prometen muchas cosas, pero están sólo buscando una manera de aprovecharse de ti. Debemos aprender a discernir claramente las personalidades de los demás, a pesar de las fachadas que proyectan.
Posiciónate de la manera más ventajosa en todo momento. Usa la experiencia para penetrar las artimañas de otros. Esa es la forma correcta de arreglárselas con las apariencias.

lunes, 11 de enero de 2010

LA DOBLE MORAL DE ALGUNAS COSAS



La noticia por la que Pilar de la Horadada saltó a los medios el pasado 15 de noviembre: http://www.diarioinformacion.com/vega-baja/2009/11/28/menores-asisten-striptease-final-fiesta-motera-carpa-ayuntamiento/956165.html

Este mundo a veces parece volverse un poco loco. Ya hacía dos semanas de la celebración de la IX edición del Almuerzo Motero en nuestra localidad y alguna cadena de televisión insistía en hacer propaganda de Pilar de la Horadada, aunque no precisamente con finalidades turísticas (que podría haber sido), ya que vivimos en un pueblo que desde años se esfuerza por situarse a la vanguardia de las ciudades más modernas y cosmopolitas. Tampoco saltamos a los medios por la cantidad de motos que se exhibieron ese día (que hubiera estado mejor), ya que de haber hablado de éstas, por belleza y por número, no hubieran tenido por donde empezar ya que asistieron unos 3.000 aficionados. Pero no, el caso es que después de quince días de la célebre concentración motera llegaba hasta nuestro pueblo una famosa presentadora de televisión para dar mayor publicidad al “escandaloso espectáculo” en uno de sus programas. Y es que no hay nada como un desnudo (aunque dure unos segundos) para saltar a la palestra, ser famoso, obtener el codiciado minuto de gloria o situarse en los titulares de cualquier periódico de tirada nacional; lo extraño es llegar a lo más alto sin padrinos, por esfuerzo y méritos personales. O sea, la polémica vende y sólo por ella se hablará de nosotros.
Lo más chocante es que hay cadenas de televisión que no pueden predicar con el ejemplo precisamente: de forma imprevisible, en su programación habitual, igual emiten anuncios contra el maltrato, contra el abuso de menores, manifiestos contra la violencia o la guerra, etc. así como programas basura, anuncios donde se muestran más desnudos que en las playas nudistas, películas violentas o de contenido erótico o sexual, etc. a cualquier hora del día, cuando los menores pululan libremente por casa.
Y si hablamos de las posiciones contradictorias que adoptan algunos actores y políticos podremos comprobar hasta qué punto puede llegar la incoherencia humana: se escriben manifiestos contra el hambre o por temas como la concienciación mundial frente al cambio climático, se organizan manifestaciones contra guerras, dictaduras, etc. causadas por personas de ideología contraria a los manifestantes, mientras, por otro lado, apoyan proyectos aprobados por personas simpatizantes de su partido o ideología política por muy discordante que esta sea. O, ante el desacuerdo, simplemente callan, quedándose al margen.
Y la antítesis de todo son aquellos que van en contra de la pena de muerte mientras se muestran a favor del aborto, promoviendo así otra pena de muerte de igual envergadura o peor que la que denuncian. El punto más controvertido de la ley del aborto resulta también bastante singular: resulta que una joven de dieciséis años no es lo suficientemente madura ni responsable para votar, fumar, consumir alcohol o conducir, por citar algunos casos, pero, según la ley, sí lo es para decidir acabar con una vida humana en período de formación de la que, encima, no tiene obligación de informar a sus propios padres. Y hasta la Iglesia Católica, protectora de la vida humana por excelencia, también se contradice en ciertas cosas, como la que ha sido ocasión de polémica recientemente: se posiciona en contra de los métodos de control natal, medidas que evitan la explosión demográfica y la transmisión de enfermedades sexuales (especialmente el SIDA), contribuyendo así con uno de los mayores problemas con los que se enfrentan los católicos de países en desarrollo que se ciñen a esta norma eclesiástica.
Y si entramos en el terreno de la Educación o la familia, últimamente tan a la baja, comprobaremos que no se quedan a la zaga en todo este asunto. Son dos de los sectores que sufren con mayor intensidad los principales perjuicios de la sociedad: la pérdida del respeto, de la autoridad, del deber, de los valores tradicionales, etc. O sea, que cuando todos los niños y jóvenes tienen garantizado un puesto escolar para aprender, educarse y formarse, se da la paradoja de que cada vez hay menos educación y mayor es el número de fracaso escolar.
Y las leyes en este país siguen con sus continuas controversias: por citar un desgraciado ejemplo de actualidad, refiero el caso de Marta del Castillo, quien acabará siendo culpable de su propio asesinato mientras la familia observa con perplejidad cómo su asesino queda puesto en libertad; sólo es cuestión de tiempo: buena conducta y una rebaja de la condena. Y todo gracias a la gran protección judicial de la que parecen disfrutar los jóvenes delincuentes.
Y es que una cosa está clara: nadie es perfecto, pero la teoría del “sí, pero no” no nos va a llevar nunca a ninguna parte. La verdad es una, y no es monopolio de nadie. Y ella, como la razón, ni se da ni se quita, simplemente, se tiene o no se tiene. Reconozcamos que toda persona puede tener razón, aunque predique ideas contrarias a las nuestras. Aunque los políticos y otras personalidades se empeñen en enseñarnos lo contrario. Porque a actuar en consecuencia también se le llama progreso.

jueves, 7 de enero de 2010

LA FORTALEZA DE LA NATURALEZA


El aliento ártico enrosca las montañas,
haciendo castañetear los huesos del bosque.
Las gotas se aferran de las ramas:
adornos enjoyados arrojados a la tierra.

Los árboles pierden sus hojas en invierno y algunos pueden incluso caer durante las tormentas, pero la mayoría resiste pacientemente y aguanta su suerte.
Soportan la lluvia, la nieve, el viento y el frío. Resisten sin problemas el adorno de gotas de lluvia como glicerina, trémulos carámbanos de hielo, o coronas de nieve. No se preocupan cuando tal lustroso esplendor es estrellado contra el suelo. Resisten y esperan, el poder de su crecimiento aparentemente dormido. Pero en el interior, se construye imperceptiblemente un florecimiento.
Suya es la tolerancia de ser fieles a su naturaleza interna. Es con este poder que resisten tanto las vicisitudes como los adornos de la vida, porque ni la mala fortuna ni la buena suerte alterarán lo que son.
Nosotros deberíamos ser del mismo modo. Puede que tengamos una gran fortuna o mala suerte, pero deberíamos soportar ambas pacientemente. Sin importar qué suceda, siempre debemos ser fieles a nuestro yo interior.