sábado, 15 de febrero de 2014

PROEMIO SOBRE EL AMOR

       En homenaje al mes de los enamorados por excelencia que, para quienes no lo sepan, no es un invento exclusivo de los centros comerciales, sino que su origen se remonta al Imperio Romano, concretamente, a un suceso acontecido allá por el Siglo III, dedico mi artículo a la magia fascinante del amor. Siendo emperador Claudio II, quien como “buen romano” aprobaba decretos según sus intereses y en base siempre a la exaltación y veneración de su propia figura, prohibió casarse a los jóvenes solteros y sin familia arguyendo que éstos, al prescindir de compromisos, eran guerreros idóneos que mandar a la guerra. A pesar de haber prohibido también el Cristianismo, en su incesante afán de pretender ser adorado como el dios supremo, topó con Valentín, un sacerdote que debió de considerar que éste era un decreto injusto y empezó a casar en secreto a las parejas jóvenes que así lo solicitaban… El emperador lo mandó ejecutar un 14 de febrero dando posterior origen a su onomástica, convirtiéndose así en un día simbólico para el amor y repleto de significado para los enamorados.
       Pero, ¿qué es el amor? En este mes de ilusión y, como decía, de magia y símbolos en forma de brillantes regalos, esplendorosas rosas, dulces bombones y bellas poesías, dedico mi espacio a indagar en las aproximaciones sobre el tópico del amor… ¿Qué es el amor? Cuando barajamos el amor como concepto, lo estamos identificando en común con nuestro pensamiento y emociones, ligándolo a algo concreto o a la imagen de la persona amada. Sí, sí, pero, ¿qué es? El amor se presta a sublimes definiciones y a encantadoras y románticas demostraciones pero, paradójicamente, el amor, como concepto, no puede ser pensado, pues, como producto de la mente que es, busca siempre ser egoísta y, ante todo, anda en busca de la certeza y la complacencia…
       ¿Qué es el amor? No es asumible mediante el pensamiento, pero se presta a demostraciones. Accedemos a su definición por negación (“no es ánimo posesivo”, “no tiene límites”…), y también mediante afirmaciones (“es generoso”, “perdona siempre”…), y de esta maravillosa dicotomía radica su principal fuerza y magnetismo. Como ya lo definiera el gran Lope de Vega, en base a los estados que provoca: “Desmayarse, atreverse, estar furioso/ áspero, tierno, liberal, esquivo/ alentado, mortal, difunto, vivo/ leal, traidor, cobarde y animoso/ no hallar fuera del bien centro y reposo/ mostrarse alegre, triste, humilde, altivo/ enojado, valiente, fugitivo/ satisfecho, ofendido, receloso;/ huir el rostro al claro desengaño/ beber veneno por licor suave/ olvidar el provecho, amar el daño;/ creer que un cielo en un infierno cabe/ dar la vida y el alma a un desengaño;/ esto es amor, quien lo probó lo sabe.”
       El ser humano ama con la mente, el instrumento catalizador de todos los pensamientos y emociones, pero si en verdad creemos que el amor es una matriz creadora, una energía vital y creativa que no responde a esos anhelos mentales que buscan el interés y la gratificación… entonces, es en verdad algo mucho más valioso e imponderable. Algo que va más allá del pensamiento, de una exactitud definible por nuestra mente o una consecuencia del sentimentalismo. Algo que aúna la riqueza de ser más demostrable que definible, convirtiéndose así en algo soberano y verdadero. Eso bien podría ser el amor…
       Palabra de grandes poetas y enamorados sinceros. Lástima que nuestra sociedad actual, tan consumista ella, invirtiendo totalmente su significado, tal y como acostumbra a hacer con casi todo, lo haya convertido en un reclamo, una excusa más para el consumismo y la comercialización de los más variados productos. ¿Qué es el amor entonces? ¿Lo que trata de vendernos la sociedad de consumo por todos los medios? Desde luego que no. El amor verdadero parte del desinterés hacia lo material. Nace de la sinceridad, la confianza y el honor. Porque hablando en otros términos, el amor bien podría ser entrega, bien podría ser un misterio para ser vivido, bien podría ser una ilusión compartida que, a la larga, suele dar mucho fruto… Sea como fuere, lo más importante no es darle una definición concreta, complicada empresa que sólo nos llevaría a aproximaciones. La mejor definición es demostrarlo. Pues como dijo Rayner Mª Rilke: “Amar es una oportunidad, un motivo sublime que se ofrece a cada individuo para madurar y llegar a ser algo en sí mismo, para volverse mundo”. Así es.