miércoles, 18 de agosto de 2010

LA MUERTE, UN AMANECER

Aquí he recogido unas cuantas reflexiones del libro “LA MUERTE, UN AMANECER” de Elisabeth Kübler-Ross (Ediciones Luciérnaga), una magnífica obra maestra de una experta psiquiatra suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la muerte, los moribundos y los cuidados paliativos.
Elisabeth Kübler-Ross comenta en su libro:

La opinión que las personas tienen de ti es un problema suyo no tuyo. Saber esto es muy importante. Si tenéis buena conciencia y hacéis vuestro trabajo con amor, se os denigrará, se os hará la vida imposible y diez años mas tarde os darán dieciocho títulos de doctor honoris causa por ese mismo trabajo. Así transcurre ahora mi vida.”

“Hemos estudiado veinte mil casos, a través del mundo entero, de personas que habían sido declaradas clínicamente muertas y que fueron llamadas de nuevo a la vida. Algunas se despertaron naturalmente, otras solo después de una reanimación. Quisiera explicaros muy someramente lo que cada ser humano va a vivir en el momento de su muerte. Esta experiencia es general, independiente del hecho de que se sea aborigen de Australia, hindú, musulmán, creyente o ateo. Es independiente también de la edad o del nivel socioeconómico, puesto que se trata de un acontecimiento puramente humano, de la misma manera que lo es el proceso natural de un nacimiento. La experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento.”


LA MUERTE, UN AMANECER (REFLEXIONES)

1.- La muerte física del ser humano es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa.

2.- Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a vuestra alma.

3.- También es necesario que sepáis que si os acercáis al lecho de vuestro padre o madre moribundos, aunque estén ya en coma profundo, os oyen todo lo que les decís, y en ningún caso es tarde para expresar "lo siento", "te amo", u alguna otra cosa que queráis decirles. Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo. Incluso en ese mismo momento podéis arreglar "asuntos pendientes", aunque estos se remonten a diez o veinte años atrás.

4.- Cuando se abandona el cuerpo se encuentra en una existencia en la cual el tiempo ya no cuenta, o simplemente ya no hay mas tiempo, del mismo modo en que tampoco podría hablarse de espacio y de distancia tal como los entendemos, puesto que en ese caso se trata de nociones terrenales. ningún ser humano puede morir solo, y no únicamente porque el muerto pueda visitar a cualquiera, sino también porque la gente que ha muerto antes que vosotros y a la que amasteis os espera siempre.

5.- La muerte no es más que un pasaje hacia otra forma de vida. Se han abandonado las formas físicas terrenales porque ya no se las necesita

6.- Después ya no es posible volver al cuerpo terrestre, pero de cualquier manera, cuando se ha visto la luz, ya no se quiere volver. Frente a esta luz, os dais cuenta por primera vez de lo que el hombre hubiera podido ser.

7.- Muchos preguntan: "¿Por que niños tan buenos deben morir?". La respuesta es sencillamente que esos niños han aprendido en poco tiempo lo que debían aprender.

8.- Dios es el amor incondicional. Después de esta "revisión" de vuestra vida, no será a Él a quien vosotros haréis responsable de vuestro destino. Os daréis cuenta de que erais vosotros mismos vuestros peores enemigos, puesto que ahora debéis de reprocharos el haber dejado pasar tantas ocasiones para crecer.

9.- Ningún moribundo os pedirá una inyección si lo cuidáis con amor y si le ayudáis a arreglar sus problemas pendientes.

10.- Si, hablando simbólicamente, llegáis a la vida como una piedra sin tallar depende de vosotros el que quede completamente deshecha y destruida o que resulte un reluciente diamante.

11.- Si vivís bien, no tenéis por que preocuparos sobre la muerte, aunque solo os quede un día de vida. El factor tiempo no juega mas que un papel insignificante y de todas maneras esta basado en una concepción elaborada por el hombre. Vivir bien quiere decir aprender a amar.

12.- Es necesario comprender que nada de lo que nos ocurre es negativo, y subrayo: absolutamente nada.

13.- Ser infeliz y sufrir es como forjar el hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia.

14.- En presencia de la luz, rodeados de compasión, de amor y comprensión, debemos revisar toda nuestra vida para evaluarla.

15.- Se crece si no se esconde la cabeza en la arena sino que se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo, no como una maldición o un castigo, sino como un regalo hecho con un fin determinado.

16.- La muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, de la misma manera que la mariposa deja su capullo de seda.

17.- La muerte es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo, y en el que se tiene la posibilidad de seguir creciendo.

18.- En el momento de la transformación, nuestros guías espirituales, nuestros ángeles de la guarda y los seres queridos que se fueron antes que nosotros, estarán cerca y nos ayudarán.

19.- Somos culpables de haber destruido muchos dones de la naturaleza y de haber perdido toda espiritualidad. El único modo de aportar un cambio para el advenimiento del tiempo nuevo, consiste en que la tierra comience a temblar a fin de conmovernos y tomar conciencia.

20.- Sólo abriéndonos a la espiritualidad y perdiendo el miedo llegaréis a la comprensión y a revelaciones superiores.

21.- En el momento del nacimiento cada uno de nosotros ha recibido la chispa divina que procede de la fuente divina.

22.- El cuerpo físico no es más que una casa, un templo, el capullo de seda en el que vivimos durante un cierto tiempo hasta la transición que llamamos muerte. Cuando llega la muerte, abandonamos el capullo de seda y somos libres como una mariposa.

23.- Es importante saber que cada ser humano, desde el primer soplo hasta la transición que pone fin a su existencia terrestre, está rodeado de guías espirituales y de ángeles de la guarda que le esperan y le ayudan en el momento del paso al más allá.

24.- La energía espiritual no puede ser usada ni manipulada por el hombre. Existe en una esfera en la que la negatividad es imposible.

25.- En mi opinión, el sentido del sufrimiento es: todo sufrimiento genera crecimiento.

26.- Si alguien dudara de la grandeza de nuestro Creador, no tiene más que reflexionar en el genio que hace falta ser para crear millones de estructuras energéticas sin una sola repetición.

27.- En la medida en que nos acercamos a nuestra entidad interior, a nuestro yo espiritual, nos damos cuenta de cómo somos guiados por ésta, que es la nuestra y que representa nuestro yo omnisciente, esta parte inmortal que llamamos “mariposa”.

viernes, 6 de agosto de 2010

CUANDO LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN

Resulta que cuanto más hurgo en la historia más me sorprende la preponderancia, el orgullo y la soberbia de la raza humana. Detrás de unos hechos que superan con creces a los mitos o leyendas más sanguinarios, que ya me gustaría a mí que sólo fueran eso, casi siempre se esconde una realidad salvaje y descarnada. Hoy en día la conocemos como Historia y se enseña desde la tarima de cualquier colegio con naturalidad y de forma objetiva, pero si profundizamos en los hechos con mirada subjetiva descubrimos que absolutamente todo se ha ido escribiendo sobre renglones torcidos por la ambición, con letras negras por el dolor y sobre páginas color malva que nos sugieren que toda conquista o victoria deja atrás millones de vidas humanas, la mayoría inocentes, por la obstinación de unos cuantos personajes.
Después de entrar en un análisis profundo sobre la actuación de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial como base para erigir lo que es mi segunda novela (ahondando en la persecución y genocidio de judíos y otros grupos minoritarios de Europa y norte de África), reviví el sufrimiento de unas 11 ó 12 millones de personas sobre el marco de un hecho histórico terrible, de brutal envergadura. Seguidamente me topé con la Inquisición y lo que averigüé me sobrecogió. Nuevamente me movilicé en un viaje hacia lo más oscuro de nuestro pasado, visité el museo de Santillana del Mar, escalofriante lugar que alberga objetos y maquinaria de tortura del “Santo Oficio”, y me zambullí en la elaboración de otra novela. El Tribunal de la Inquisición, creado por el papa Gregorio IX para perseguir a los que ellos mismos denominaban “enemigos de la fe”, juzgó, torturó y asesinó a un número de personas imposible de precisar. Durante estos breves, pero intensos, recorridos por la historia estoy convencida de que todo, absolutamente todo cuanto podamos imaginar es superado por la realidad. Pues la realidad de nuestro pasado está asentada sobre cimientos tan innobles como lo son el fanatismo, el integrismo, la discriminación, la xenofobia, el racismo y todo lo que estos términos encierran y conllevan. Reiterando lo dicho, después de conocer los detalles más significativos de nuestro pasado, reciente o lejano, ningún triunfo me hace sentirme orgullosa ni me considero integrante de ningún bando, religión o ideología concreta.
Cerca de cumplir los treinta, recuerdo con estupor los conceptos erróneos que nos transmitían en nuestra infancia a través de películas de cine o tebeos. Veíamos películas haciendo distinciones entre malos y buenos, aunque todos fueran iguales y buscaran lo mismo, y respirábamos tranquilos cuando eran los “nuestros” los que ganaban. A los niños se les regalaba armas de juguete con las que luchaban, haciéndose daño por cierto, y bolsitas de patéticos soldaditos verdes de plástico con los que recrear las guerras y motines más sangrientos. Inconscientemente, quiero creer, la sociedad enseñaba la historia tal como era, como la conocían, sin reparar en que lo más acertado era terminar con antiguas y erróneas creencias transmitiendo verdaderos valores, desmitificando conceptos y derribando estereotipos.
En la actualidad existen personajes que pasarán a la Historia pero, a diferencia de los referidos hasta ahora, entrando por la puerta grande. El pasado 18 de julio se celebró el día de Nelson Mandela, personaje icono de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Esta conmemoración, para quienes conocemos los detalles, nos evoca muchas cosas, pero sobre todo una: el triunfo de la razón y la libertad sobre la soberbia y el despotismo colonizador. Porque no debemos olvidar que detrás de cada breve reseña histórica se encierra mucho más de lo que se cuenta. La figura de Mandela representa la lucha silenciosa, la resistencia pacífica, la esperanza de un pueblo discriminado que pasó de una dictadura segregacionista blanca hasta la democracia multirracial. Y a mí, al observar su imagen con detenimiento, me impresiona su sonrisa: tan sincera como impecable, para nada atenuada por el paso de los años. No encuentro ni un atisbo de rencor en sus ojos risueños; y su porte, allá por donde se encuentre, resulta intachable. Ha dejado bien claro que en su ya legendaria figura no hay nada fingido. Y todo aquel que haya visto “Invictus” habrá quedado conmovido al ver en escena la gran lección que un ser humano que pasó 27 años en la cárcel ha dado al mundo mientras se repetía a sí mismo que era un hombre libre y el dueño de su alma.
A lo largo del tiempo el hombre ha sometido, maltratado y asesinado por ideologías, creencias y ansias de dominación y poder. Y yo me pregunto, observando con recelo la experiencia que atesoramos: ¿qué sería de la raza humana sin el ejemplo y coraje de verdaderos héroes que, con dolor y lágrimas, lucharon por la justicia, la libertad, los derechos humanos y la democracia? Sólo cabe esperar que no haya sido en vano.