lunes, 14 de septiembre de 2015

UNIFICA Y VENCERÁS


A causa del envenenamiento de una docena de gatos en El Mojón, pedanía perteneciente a Pilar de la Horadada, estos días se ha abierto un controvertido debate entre defensores y detractores de los mismos.


No es casualidad que, hace unas semanas, los medios de comunicación españoles se hicieran eco de las controversias nacidas entre la población a causa del conflicto Sirio y la acogida de refugiados. No es casualidad.


Y tampoco lo es que hoy mismo se haya 'celebrado' lo de Tordesillas, donde han lanceado hasta la muerte a su célebre toro (hecho que ha movilizado a cientos de animalistas que, desde diferentes puntos de España, han viajado hasta allí con el buen propósito de evitar una tradición condenada a desaparecer sí o sí).


Tampoco es casualidad que hace una semana el programa Cuarto Milenio (tan criticado por algunos escépticos, aun destacando mundialmente por la profesionalidad indiscutible de este gran equipo con Iker Jiménez a la cabeza) emitiera un magistral reportaje sobre la vida y la intrigante muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, emblema de muchos defensores de los derechos de los animales por excelencia y un maestro muy querido por más de una generación (cuyo caso, inexplicablemente, sigue abierto).


No, a mi manera de ver, nada de esto es casualidad. Y si os preguntáis qué relación tiene todo esto entre sí, os digo yo que sí la tiene. Todo está conectado. Pero parece que el mundo ha olvidado su origen, su historia, su pasado… todo, menos esta frase: “divide y vencerás”. Todo problema no viene de sumar sino de dividir. Pero, como dice Pepe Mujica, cada cual aprende con su experiencia…

En los últimos tiempos he comprobado que donde muchos ven inconvenientes, sólo hay oportunidades, pruebas de la vida para beneficio de nuestra evolución. Humildemente opino que no nos van mejor las cosas porque al ‘dividir’ creamos un clímax de discordia, dilema y rencor.


Me sorprende que todavía haya inmemoriados que, perteneciendo a este país (un país de inmigrantes, de guerras, exilios y hambrunas… hechos históricos que, tal vez, los más jóvenes aún no conozcan), todavía se resistan a dar asilo al exiliado de guerra… La imagen del niño ahogado en la playa, o la de cientos de familias huyendo desesperadas, ha conmovido a media España… pero, por lo visto, aún no es suficiente. Por nuestra ceguera interior, y alguna cosa más, no nos van bien ciertas cosas… y luego nos quejamos.

Nada es suficiente. Se ha comprobado que todo esfuerzo a la hora de sensibilizar a la población es poco. Años de evolución, decenas de personas dando su vida en defensa de los derechos humanos y animales, en pro de una convivencia pacífica y una vida mejor, y todavía se defienden códigos que ya no encajan en esta sociedad.


Códigos que cobraron sentido en otro tiempo, pero que ya no tienen cabida en nuestro mundo de hoy y que se activan cada vez que se defienden patriotismos separatistas o tradiciones que rinden culto a la barbarie, al encarnizamiento más salvaje, al dolor y a la muerte. Como sucede en la dichosa ‘fiesta’ del toro de la Vega.

Decía el maestro Ramiro Calle que si a un animal se le mirara a los ojos, desaparecería la crueldad que nos conduce a lastimarlo. Ahora se están manifestando aquellas cosas que hacen que el hombre no detenga su evolución ni pierda su estado de humanidad. Todas al mismo tiempo.


Ahora regresa también a la opinión pública el espíritu de respeto y amor hacia los animales del maestro Félix, ése que prestó su voz y su alma para hacer un consenso de feliz convivencia entre el Hombre y la Tierra hace más de 36 años. ¿Con toda esta serie de NO CASUALIDADES el universo no estará intentado decirnos algo? Yo creo que sí. Escuchemos a ver. Tal vez nos vaya mejor.

No se puede pretender que todo el mundo piense como nosotros. Es verdad. Cada visión personal esúnica y depende de muchos factores. Por eso procuro no discutir con nadie. La vida en sí misma es una prueba maravillosa donde cada cual tiene su aprendizaje, cada cual es llamado en su momento y cada cual responde según su nivel de conciencia y de su grado de humanidad y de dignidad espiritual. La buena noticia es que la involución no existe, amigos. Sólo nos detenemos.

Volviendo al tema que nos ocupa, los envenenamientos de El Mojón, comentaba ayer una señora en facebook que los gatos son una plaga, crían pulgas, le rompen las plantas y le arañan el coche. Mirad, yo respeto que ella enfoque ‘el problema’ así. Pero mi experiencia es otra.


Ni mis vecinos ni yo tenemos ningún problema con los más de 16 gatos que viven en mi jardín. Y lo puedo demostrar. Comen a diario y, por consiguiente, sólo invierten el tiempo en jugar, comer y descansar. Plagas en mi casa, desde que llegó el primer gato, no hay. ¿Pulgas? Pueden decir quienes han estado en mi casa si algún bicho les picó. A mí no y vivo aquí. ¿Todo son perjuicios para los que están en contra y todo ventajas para los que están a favor? ¡Siempre ha sido así! Es un problema de división (formamos parte de un Todo), y de focalización también. Si focalizas tu energía en lo negativo, tu visión será oscura. Y sin amor todo es negatividad y división.

Y un último apunte sobre otro comentario de un chico que opina que es patético politizar la cuestión a raíz de una recogida de firmas que se organizó para que la alimentación de estos animales regrese a las manos adecuadas. Veréis, por desgracia, hoy en día todo está politizado (lo siento mucho pero es así) Y aunque no entiendo de política (y Dios me libre de militar algún día en ella), de la misma manera pienso que lo acontecido ha abierto la caja de los truenos y están saliendo a relucir otros temas ‘de cuyo nombre muchos sí quieren acordarse’.


Desde hace unos meses, a los voluntarios que alimentaban a estos animales, se les ha retirado el correspondiente carnet que les permitía hacerlo, expedido, tiempo atrás, por el mismo Ayuntamiento. Los mismos voluntarios se encargaban de controlar las colonias, también, mediante la esterilización correspondiente. No hacían nada incorrecto, todo lo contrario. No entiendo qué ha pasado. Por lo tanto, como no aunemos las conciencias, y la autoridad competente no tome cartas en el asunto e investigue, los gatos que han muerto cruelmente envenenados no han sido los primeros pero tampoco serán los últimos.


Tal vez sus agónicas muertes no supongan nada para algunas personas; tengo la certeza de que para la inmensa mayoría sí. Se ha visto la respuesta en las redes y en la calle. Por eso, más que nunca, creo que la unión hace la fuerza. Unificar es sumar y ahí sí cabemos todos.

martes, 28 de abril de 2015

Alberto Gil visita tierras murcianas: crónica de un viaje interior

Presentación de "Mis pequeñas odiseas: viajando con otros ojos" en San Javier

Es tiempo de entusiasmo e ilusión. Tiempo de encuentros y complicidad. Hora de disfrutar de esos pequeños sueños realizados y de plantar la semilla de proyectos futuros. Tiempo de amistad y de magia literaria... Alberto Gil ha vuelto a estar entre nosotros con su segundo libro y nuevos proyectos en la maleta. Estaba escrito y tenía que ser así. Lo encuentro emocionado. Viene cansado pero feliz. Bueno, algo cansado y un poco más serio de lo habitual. Menos irónico que de costumbre. Es normal. Esa es la parte que nadie ve. Sabe Alberto lo que se espera de él. No decae, no ceja en su empeño de llevar por el mundo su mensaje de lucha y superación, de esperanza y de conocimiento, de magia, búsqueda y realidad… pero es humano y entiendo que a veces es duro seguir en la brecha.

Una de las ganadoras del II Concurso de Microrrelatos Eroski,
organizado por Taller de Prensa y Comunicación

Su vida transcurre entre el trabajo, un taller de Braille, un club de lectura, su afición literaria, proyectos personales y el gimnasio. Vive a agenda completa. Pero vivir tratando de rendir al máximo, poniendo siempre el listón allá por las nubes… agota y mucho. Por eso lo observo y me preocupo. Sé que conmigo, aunque evite inquietarme, se sincera. Y yo le escucho, le comprendo. El aprecio y el respeto que me profesa siempre están presentes y por encima de todo. Sí, Alberto es humano y también decae. Pero decaer no significa derrumbarse, forma parte del aprendizaje. Y ésa es nuestra principal misión en la vida.


Entrega del tercer premio cortesía de Eroski San Javier

Hablamos tranquilamente y dejamos que las cosas fluyan... valorando, en primer lugar, el descanso, la tranquilidad y el instante. Y entonces él, fortalecido por la fuerza motriz del compañerismo y la amistad, no flaquea. Se levanta y consigue estar a la altura de las expectativas. En apenas tres días lleva a cabo dos presentaciones de su segundo libro “Mis pequeñas odiseas: viajando con otros ojos”, y comparece ante 300 alumnos del Colegio Fontes de Torre Pacheco de la mano de los magistrales Emilio Tomás y Nuria del Monte, periodistas de Taller de Prensa y Comunicación. Una vez más lo consigue, constancia de su poder personal, altruismo y valía.
 
Con José Sáez, un incondicional y siempre dispuesto amigo

Y lo mejor de todo, nuestra pequeña escapada del domingo, donde nos da tiempo de hablar muchas cosas: de los errores humanos, de la conciencia, de la importancia del perdón. Del complicado mundo editorial. De las cosas que sólo se hacen por amor, desinteresadamente. De nuestros triunfos y frustraciones. De nuestro próximo trabajo en común... entre risas, conversaciones que se entrometen y breves silencios. Accede a hacerse fotos conmigo aún sabedor de que lo esencial es invisible a los ojos. A pesar de que en su mundo interior no necesita imágenes, le basta con retener recuerdos, pensamientos que mudan en reflexiones, conclusión de experiencias vividas.

Con Ramón y Lupe, amigos y admiradores de Alberto
 
Nada escapa a la percepción de sus enfatizados sentidos. Alberto es un avezado interlocutor que enseña porque sabe: ha sufrido el fantasma de la exclusión y el desprecio, de la discriminación y la burla. Como buen clarividente, sabe ver el interior, aquello que verdaderamente somos más allá de lo físico, los matices de la voz o las palabras adornadas. No se deja llevar por las apariencias, esas que a tantos embelesan y engañan. Por eso huye de las adulaciones y acepta la admiración. Sabe también que muchos son los que le envidian… pero es lo que tiene ser especial, que no se deja a nadie indiferente.
 
En Rojales, entre familia
 
En este mundo de apariencias, de luchas constantes y sentimientos en liquidación, me siento, junto a Alberto Gil, arropada por alguien auténtico cuya amistad, una amistad que olvida faltas, esconde defectos y ensalza virtudes, me devuelve al origen y a la esencia verdadera. Me siento con alguien que te acepta como eres, con quien acalla a los fantasmas que te dice que no vales, que no puedes, que no lo vas a conseguir. Con alguien que te ayuda a ser tú mismo, sacando lo mejor de ti. Con alguien que no espera de ti más de lo que estás dispuesto a dar. Con alguien con quien compartir confidencias, sueños e ilusiones. Con alguien con quien poder sonreír y ser feliz sintiéndote amado.

 
En la estación de Balsicas con Nuria y Emilio, buenos amigos periodistas
 
Gracias, Alberto, buen amigo, gracias por adentrarme contigo en este mágico y maravilloso viaje interior. ¡Hasta la próxima!

viernes, 10 de abril de 2015

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA



La eutanasia está legalizada en Holanda, Bélgica y Luxemburgo para enfermos terminales. Por eso, hace unos meses, la justicia belga concedió la denominada ‘muerte asistida’ a un delincuente de 52 años condenado a cadena perpetua por homicidio y varios delitos sexuales. Se trata del primer caso, al parecer, donde se ha valorado el sufrimiento psicológico como argumento para conceder la eutanasia y también la primera vez que se le aplicaría a un preso que, por cierto, lleva ya unos 30 años en prisión… Como era de prever, automáticamente una quincena de presos solicitaron la misma medida aferrándose al mismo pretexto… porque ya se sabe qué pasa en estos casos: uno es el que toca y, si se le abre la puerta, todos quieren salir detrás. ¿Cómo no? Por lo tanto, el debate sería: ¿deberían concederle el derecho a morir?

Alguno me va a tener que disculpar, pero concederle a un asesino reincidente que justifica sus fechorías aduciendo una socorrida enfermedad mental significa liberarlo de su condena ‘haciendo trampas’, por así decirlo. Sería como sacarlo por la puerta falsa, como acortarle la pena otorgándole privilegios impropios de alguien que ha disfrutado a costa del dolor de otros. Me da igual lo que aleguen los psiquiatras, qué leyes le amparen o qué sentimientos le aflijan. Muchos de ellos son una simple banalización del mal, producto de una sociedad que banaliza la muerte a través del cine, la literatura o los videojuegos y que despierta la pulsión de dañar o matar en ciertos individuos sin conciencia. Sólo me interesa la opinión de las víctimas y sus familiares, sus puntos de vista, sus estados anímicos y derechos fundamentales… que no tengan que revivir miedos ni miserias pasadas, que dispongan del apoyo psicológico necesario y que se les procure todos los medios al alcance para poder superar lo que es, a todas luces, un trauma de por vida. Y todo esto recae en manos de las autoridades, supongo, quienes en teoría son los que tienen que velar por el bienestar de sus ciudadanos. ¿O no?

Después de levantar polémica y avivar heridas en unos, e inventar excusas y alentar vanas esperanzas en otros, al preso en cuestión le ha sido denegado, por parte de sus médicos, tan gracioso privilegio. Creo que así se hace justicia. En primer lugar, porque no soy partidaria de la pena de muerte. Quitarle la vida a otro, aunque sea el más criminal, te convierte en alguien tan despiadado como él. Y, en segundo lugar, porque supondría proporcionarle al verdugo la ansiada liberación. Y este final tan ‘rápido’ no deja de ser un acto de injusticia.

Al margen de lo anteriormente descrito, me parece una locura en sí misma la práctica de la eutanasia y voy a explicar por qué. En mayor medida porque, con el tiempo, seremos más permisivos y se aplicará también en ‘casos especiales’ como el que acabamos de ver. Ojalá me equivoque. Y enseguida le seguirán otros a los que tildarán de ‘excepciones’. La eutanasia, de una u otra manera, es matar y puede llegar a convertirse en un arma de doble filo para muchos. Ya he empezado a escuchar razonamientos pro eutanasia de la categoría: “mi vida es mía y yo decido cuándo quiero morir”. Esta sociedad que banaliza la vida y la muerte gracias a las armas y a avances tecnológicos, tratará también de banalizar la muerte gracias a la ciencia. Por citar un ejemplo sobre lo que estoy diciendo, añadir que en Bélgica una pareja de ancianos ha solicitado que se les aplique la eutanasia simultánea pese a que ninguno de los dos se encuentra en fase de enfermedad terminal.

La vida es un don, un regalo sagrado y hay que respetarlo y protegerlo hasta el final. Si en aquellos países donde la práctica de la eutanasia es legal se promoviera, en mayor medida, el respeto a la vida, y no hubiera otra alternativa que administrar al paciente terminal los cuidados paliativos oportunos, la sociedad volvería a ver las cosas de otra manera. Sí se puede y se está llevando a cabo en muchos sitios. Esa vida sagrada de la que os hablo no puede perder su valor. La sociedad que trata de vendernos la cultura de la muerte como una ‘solución final’ debe comprender que morir es un proceso más de la vida al que todos, tarde o temprano, hemos de enfrentarnos. Un proceso a asumir que es posible vivir sin dolor, llegado el caso. A mí me convence más una sociedad que luche por el bienestar de jóvenes y adultos, una sociedad que se ocupe de preservar la vida hasta el final… aunque mi cuerpo esté enfermo y mi vida no sea ‘rentable’ para la sociedad laboralmente hablando.

jueves, 12 de febrero de 2015

Yo también soy Charlie Hebdo


Salman Rushdie, el escritor indio perseguido por el integrismo islámico tras la publicación del libro ‘Versos Satánicos’, escribió en su momento: “Nunca me consideré un escritor preocupado por la religión, hasta que la religión empezó a perseguirme”. Sin embargo, pese al acoso al que se vio sometido y contra todo pronóstico, Rushdie ha ido resistiendo aferrándose con valentía a su derecho a la libertad de expresión. Enfrentado a una sociedad intransigente y hermética llegó incluso a posicionarse en contra de la ley que prohibía ‘la incitación al odio religioso’… poniendo en riesgo nuevamente su vida en pro de una sociedad libre y civilizada.

Los atentados del pasado 7 de enero en la sede parisina del semanario satírico Charlie Hebdo, donde, como ya es sabido, dos yihadistas asesinaron a doce personas además de herir de gravedad a otras cuatro, han vuelto a poner sobre la mesa un conocido y difícil debate: por un lado, la libertad de expresión y sus límites; y por el otro, la amenaza del integrismo islámico en Europa… Pero, vamos a ir por partes. Según la Constitución Española, el derecho a la libertad de expresión debe ejercerse con responsabilidad y conlleva ciertas obligaciones, porque si atenta contra el derecho al honor o la integridad de otros puede pasar a ser un delito. Por lo tanto, el debate giraría en torno a la siguiente pregunta: ¿dónde están los límites que permiten la libertad de uno y no invaden la del otro? Personalmente apuesto a favor de una libertad de expresión responsable, porque si no, no estamos hablando de libertad tal y como se debe entender este concepto. En primer lugar, hay que reconocer que ‘nuestra libertad termina donde empieza la del otro’, por lo tanto, en realidad, ninguna libertad es absoluta.

Sobre la polémica de las caricaturas de Charlie Hebdo hay una cosa muy importante a tener en cuenta, fácil de entender para mentalidades abiertas y transigentes. La publicación francesa hace parodia con todas las religiones y estamentos de poder, tal y como todo el mundo sabe por la repercusión que han tenido las viñetas de sus portadas en los últimos tiempos. Es comprensible que alguna persona pueda sentirse incómoda ante una representación ‘irrespetuosa’ del símbolo religioso con el que se identifica, pero, por encima de todo, es imprescindible no perder de vista que la sátira es un recurso dentro del mundo de las comunicaciones y Charlie Hebdo es un semanario de humor satírico. Generalmente, las características de este tipo de publicaciones son la ridiculización, la farsa o la ironía como protesta sobre los temas sociales más variados. Vicios, abusos, deficiencias… individuales o colectivas, se representan en tono burlesco. Nada escapa al ojo del dibujante. Por lo tanto, en pleno Siglo XXI, una ofensa por la publicación de una serie de caricaturas no puede justificar una masacre. ¡Jamás! Nada justifica una acción terrorista. Y otra cosa a recordar, no menos importante, es que las víctimas de Charlie Hebdo vivían y realizaban su trabajo en París, capital de Francia, en un estado libre y en una sociedad democrática y aconfesional, pese a albergar una ciudadanía multicultural y multirreligiosa.

Parafraseando el título de una conocida película, esto parece la guerra de los mundos. Dos mundos totalmente opuestos y enfrentados entre sí. Mientras en un país como el nuestro acaban de detener a 29 personas integrantes de una red de prostitución de menores donde se han visto implicados algunos empresarios, abogados y jubilados, quienes muy probablemente (gracias a nuestro ‘infalible’ sistema judicial), acabarán yéndose de rositas… desde internet nos llegan constantes noticias y vídeos donde organizaciones terroristas como el grupo ‘Estado Islámico’ aplican la ley sharia en sus dominios y con todo rigor. Amputaciones o lapidaciones en plena vía pública son algunas de las penas más conocidas. Y sin posibilidad de enmienda: quien la hace, la paga... y no hay más que hablar.

¿Debe una sociedad como la nuestra, a la que tanto le ha costado alcanzar la libertad, sucumbir ante la amenaza del terrorismo? Como os decía: nada, absolutamente nada, justifica un asesinato. No podemos permitir que ninguna clase de violencia tenga cabida en nuestra sociedad y, mucho menos, en nombre de la religión. Tenemos el derecho a la libertad, a la paz y al bienestar. El derecho a una convivencia pacífica desde el respeto y la prudencia… Y como no habrá paz para los malvados (al parecer, nunca la habrá), sólo nos queda permanecer unidos contra el terrorismo y toda clase de irracionalidad. ¿Cómo? No dejándonos doblegar, defendiendo los derechos que nos hemos ganado a pulso. Por eso, ‘Yo también soy Charlie Hebdo’.
 

martes, 13 de enero de 2015

TECNOLOGÍA Y CIENCIA: CON CONCIENCIA


       Puesto que la edad fértil de una mujer coincide con el periodo de mayor productividad y exigencia en la carrera profesional, dos de las multinacionales más importantes del mundo han decidido incluir en la cobertura médica de sus empleadas la crionización de ovocitos, o sea, la posibilidad de congelar sus óvulos en el caso de que decidan retrasar su maternidad bajo esa misma premisa. Y una servidora vuestra, que aboga siempre a favor del buen uso de la ciencia y el bienestar del ser humano frente a otros intereses, y hasta puede permitirse el lujo de opinar en temas de reproducción asistida con conocimiento de causa, se ve obligada a retomar el tema que hace poco abriera un encendido debate entre partidarios y detractores.

       Por muy innovadora y atractiva que pueda parecernos la idea a simple vista, en realidad se trata de una alternativa que no está exenta de muchos inconvenientes. Por un lado, y quizás la parte más impactante para muchos, son los elevados costes que estos tratamientos supondrán para las empresas: unos 8.000 euros por el proceso de estimulación ovárica y posterior congelación de los ovocitos, más una cuota de 400 euros anuales por mantenimiento. Y por el otro lado de esta disyuntiva está la oposición de quienes intentamos defender los derechos de la mujer, apostando por una postura más realista, humana y sensata.

       Antiguamente las mujeres que tenían hijos a una avanzada edad ya solían contar con una prole más o menos numerosa y, lógicamente, no experimentaban el mismo deseo de ser madres que las que planifican su primer embarazo a esa misma edad. Pero la situación ha cambiado y las mujeres de hoy nos enfrentamos a una difícil decisión a la hora de elegir entre maternidad (familia) y carrera profesional (trabajo) e igualdad. Y aunque contamos con una serie de permisos y derechos en el caso de decidir embarcarnos en el gran acontecimiento que supone ser madre, también sabemos que una baja por maternidad suele gustar muy poco a las empresas. Y a los hechos me remito. Los datos estadísticos referentes a los nacimientos en los últimos 20 años hablan por sí solos: hay una importante tendencia general a retrasar la maternidad hasta después de los 30. Por eso voy a tratar algunas cuestiones importantes que las mujeres deberíamos tener en cuenta antes de posponer un embarazo por el motivo que sea.

       En primer lugar, no podemos obviar que la maternidad va unida al ciclo vital de la mujer y a partir de los 30 años se produce una importante y gradual reducción de nuestra fertilidad; de manera que, llegado el momento, podemos tardar en concebir o enfrentarnos a algunos problemas serios de infertilidad… puesto que, a fin de cuentas, la naturaleza es la que manda y la que siempre se impone y dispone. Podemos planificar un embarazo, pero la fecundación es un hecho que simplemente sucede, lejos de deseos, ilusiones y proyectos. Por lo tanto, en materia de concepción, ‘edad y fertilidad’ forman un binomio de vital importancia.

       Y en segundo lugar, es un hecho que vivimos en una sociedad cada día más ‘medicalizada’, más ‘artificial’ y con una peligrosa tendencia a postergar ciertas cosas, pero pocos saben que, a veces, tanto ‘avance’ puede ofrecernos más que ventajas, desventajas. Ahora, en nombre de uno de los grandes sectores que parecen regirlo todo, también nos ofrecen alternativas a la concepción natural, a destiempo y sin una necesidad real. La ciencia y la tecnología sólo son útiles si se utilizan con conciencia y siempre y cuando no se haga un uso irracional de ellas, como es el caso de las drogas sintéticas o el uso de la energía nuclear para fabricar armas, por citar dos claros ejemplos. Por esto mismo, cada avance (científico, tecnológico o de la índole que sea), suele acarrear consigo unos pros y unos contras a analizar. Seamos lógicos: cuando se tiene problemas de fecundidad reales, relacionados con quistes o porque la mujer vaya a ser sometida a algún tipo de tratamiento de radio o quimioterapia, o sea, ante el riesgo evidente de perder su capacidad reproductora... los tratamientos de fertilidad son una solución extraordinaria. Pero recurrir a ellos es todo un despropósito cuando tales problemas no existen. Y una barbaridad mayor si el motivo es retrasar la maternidad por motivos laborales. Y ya que nos lo venden así de fácil que, al menos, nos lean en voz alta la letra pequeña.

       La realidad es que alrededor del 40% de las parejas sometidas a un tratamiento de fertilidad consigue el embarazo, pero a este feliz resultado hay que sumarle un camino a veces demasiado largo hasta llegar del sueño a la meta: aparte del elevado coste económico de los ‘ciclos’ se dan un sinfín de conflictos psicológicos adicionales a tener en cuenta tales como ansiedad, presión social, situaciones indeseadas, sentimientos de culpa y, sobre todo, miedos… a los tiempos de espera, a las pruebas, y los síntomas depresivos que acompañan a un tratamiento fallido. Todo un impacto emocional sin nombrar los efectos secundarios a corto o largo plazo que puede ocasionar en la mujer la medicación suministrada: un buen cóctel de hormonas que puede conducir al riesgo de que se produzca una hiperestimulación ovárica. Y todo no acaba ahí. En este caso nos encontramos con otro riesgo: el de embarazo múltiple, además de los problemas de salud que conlleva como la hipertensión, una excesiva acumulación de líquido amniótico, abortos, partos prematuros, niños con bajo peso o inmaduros... Los inconvenientes que a largo plazo ocasiona en los hijos la avanzada edad de los padres es una cuestión aparte. O sea, problemas que, en el fondo, los dueños de Apple y Facebook no parecen padecer.