miércoles, 1 de agosto de 2012

QUIEN SALVA UNA VIDA, SALVA AL MUNDO ENTERO


“Quien salva una vida, salva al mundo entero”… tal vez esta frase, que en realidad es una cita del Talmud que hizo mundialmente famosa la oscarizada “Lista de Schindler”, parezca ambigua a simple vista, pero es grande su significado y puede llegar a abarcar mucho. Quien ayuda a una persona en el ámbito que sea, quizás no sólo esté ayudando a un ser humano con sentimientos, esperanzas e ilusiones, también debemos tomar conciencia que ese esfuerzo se puede ver multiplicado por diez al descubrir la cantidad de beneficiados que muy probablemente se escondan detrás: familia, hijos, amistades, conocidos… y, ¿por qué no?, quizás también se esté ayudando uno a sí mismo y esté colaborando con la sociedad en general.

En la época en que vivimos, sumidos en una seria crisis tanto de valores como económica, no podemos dejar de hablar de la necesidad de un mayor compromiso con los más desfavorecidos, de una mayor entrega, esfuerzo, determinación… De SOLIDARIDAD en letras mayúsculas. Puesto que, afortunadamente, en este mismo momento, hay personas a nuestro alrededor trabajando con ilusión por una sociedad más justa, más sana, en una lucha pacífica, activa y silenciosa donde apuestan por una mejor convivencia. Trabajan con esperanza porque viven lo que hacen, y confían y creen que todo ser humano merece una oportunidad. Y tal vez muchos lo hagan de forma altruista, sacando tiempo de una apretada agenda o por el placer de dedicar su tiempo a una acción valiosa como ocurre en el caso de los voluntarios de la “Asociación Jericó”.

La “Asociación Jericó” de Pilar de la Horadada es una organización sin ánimo de lucro que trabaja para la cura, rehabilitación y reinserción de tóxicodependientes a través de talleres, terapias de grupo y trabajo constante en un entorno natural. Un equipo técnico de voluntariado presta servicio en el centro, que además está dotado para acoger a diez internos 24 horas así como para ofrecer servicios durante el día a un máximo de 40 personas, y está compuesto por un fisioterapeuta, un trabajador social, un ATS y un psicólogo. Y aparte, Jericó ofrece la posibilidad de colaborar con su proyecto a través de la iniciativa "Apadrina un Olivo", una fórmula mediante la cual cualquier persona o entidad puede ayudar económicamente con un mínimo de 50 euros anuales.
En otros tiempos, la dejadez, la falta de medios o de información, tal vez, hayan sido los responsables de que la rehabilitación del tóxicodependiente no haya sido posible. Pero, hoy día, si una persona reincide tras recibir tratamiento, deberíamos preguntarnos por qué o qué está fallando. Es una lástima que no existan más ayudas y subvenciones para que proliferen centros como Jericó, porque todo ello, sumado a la colaboración de una sociedad más comprensiva (ésa que tantas veces señala y da la espalda a aquellos que conviven con miedo al rechazo), pues, tal vez, fuera la solución a los problemas de mucha gente. Porque sin ayuda, sin confianza, sin oportunidades… no hay progreso.
Pero la solución al problema no gira totalmente en torno a la rehabilitación: ¿usted estaría dispuesto a contratar a un ex toxicómano o a un ex presidiario en su negocio o empresa? Si nadie apuesta por contribuir al bienestar económico-social de estos colectivos, la recuperación no será eficaz, ni habrá futuro para ellos ni esperanza para sus familias. Y hasta que los gobiernos no escatimen en esfuerzos para paliar la miseria existente en este país creando puestos de trabajo y ayudando a la reinserción, la victoria no será completa.

Porque uno de los errores más comunes que cometemos a menudo es ver al hombre de forma parcial. Deberíamos saber que tan importante es sanar el cuerpo como tratar el espíritu y la mente de la persona. Si no tenemos en cuenta al hombre como totalidad y unidad cuerpo-mente-espíritu ninguna reinserción será total. Si deseamos de corazón que alguien no vuelva a reincidir tengamos en cuenta todos los aspectos que conforman su vida o la reinserción tendrá que esperar la llegada de una nueva madre Teresa o a un nuevo Vicente Ferrer. Porque no nos engañemos, la reinserción sin apoyo, sin ayuda, sin trabajo, y, sobre todo, sin voluntad, no es posible. Y vale la pena el esfuerzo, y mucho. Porque quien recupera una vida, la salva, y con ella salva al mundo entero.