viernes, 13 de enero de 2012

EL SIGLO DE LAS LUCES...

Me empiezo a plantear seriamente si vivimos en el siglo de la incongruencia, de la intolerancia, de la apología o de la calumnia, porque de lo que estoy segura es que este no es el Siglo de las Luces. Lo que está claro es que internet esté saturado de incoherencias varias provenientes de panegiristas y detractores de todas, y en todas, las materias posibles. Vivimos más divididos que en los tiempos de las dos Españas, y enseguida entenderéis por qué os habla quien os habla y de qué os habla.
Todos sabéis que opté por la modalidad de moderación de comentarios en este blog hace poco tiempo, ya que, antiguamente, no lo creía necesario. Pero como, lamentablemente, cuanto más acceso a la educación hay en este país, menos educación parece haber, me río de los que se manifiestan a favor de los derechos humanos o la libertad de expresión, y, después, se meten en un blog de manera anónima, dejan su cagadita y salen volando. Así, sin dar la cara. Con cobardía, premeditación y, quién sabe, si también nocturnidad.
Lo cierto es que a la hora de ir de guays por el mundo hablando de libertad de expresión y tal y cual, somos cojonudos. Pero que cada uno examine su conciencia y dictamine si actúa conforme a ella o primero dice una cosa y luego hace la otra. A ver qué va a pasar…
Si exigimos respeto y todas esas cosas bonitas, también tenemos que ser transigentes, ¿o no? Todos tenemos un potencial enorme de bondad para derrochar, pero: ¿sólo con los que nos dan la razón y/o nos agradan?
Muchos pensaréis que he cambiado, pero no es así. Ni estoy enfadada, ni indignada, ni voy a acampar en la puerta del Sol. Simplemente es hablar claro.
Sin ir más lejos, el otro día recibí un mensaje de moderación de comentarios de este blog sobre una entrada muy antigua. La podéis visitar pinchando en el siguiente enlace:

http://lainquietuddelaspalabrasprohibidas.blogspot.com/2010/06/cleopatra-vii.html

Resulta que un/a inteligente anónimo/a me recriminaba el hecho de que dudara de la belleza física de nada más y nada menos que… ¡Cleopatra VII! Tal vez su abuela o él/ella mismo/a en otra rencarnación, ¿quién sabe? La molestia sólo se entiende desde la línea de sangre que le puede unir con el susodicho personaje. El hecho es que al escribir esa entrada reparé en efigies de la época que no dejan paso a la duda. Pero no sabía ese/a señor/a que no se ofende a quien se quiere, sino a quien se puede.
Pero no queda todo ahí. En su afán por desprestigiar y ofender a la medida de su inteligencia, emprendió una absurda revancha midiendo la calidad de mis libros y opinando sobre mis objetivos editoriales, a la medida de la animadversión que le había provocado mi artículo. Se me tachó de oportunista, de que mi problema era que envidiaba la belleza de Cleopatra (¿¿??) y con el objetivo de vender libros (¡¡¿¿??!!). Ya lo dijo José Luis Figuereo, “El Barrio”, en El viejo verano: “Qué malditas las palabras que se dicen sin conciencia…”
Pero esto no lo comento por mí. Todo el que escribe se expone a las críticas, es normal. Pero hay que ser elegantes, aunque no estemos en el Siglo de Oro, y un poco románticos en nuestras críticas, aunque no vivamos inmersos en el Romanticismo más Becqueriano. Se están perdiendo las formas, el respeto y la dignidad. Y no lo digo yo… lo dijo Cleopatra VII. ¡Es broma!
Y pidiendo perdón a ofensores y ofendidos, a bellezas reales y legendarias, y a los poetas y románticos de todos los siglos, aquí os dejo estas rimas, que, en realidad, ni son rimas, ni es un poema ni son ripios.

Que me perdonen los poetas,
pues jamás fue mi intención
pertenecer a la noble casta
de los más altos románticos
y oradores,
pero hasta donde me lleva mi osadía,
jugué sin querer con las palabras,
inconsciente que con las letras no se juega,
mientras estos ripios repetía:

Juzgué sin saber que juzgaba,
ofendí sin saber que ofendía,
creía amar la sapiencia
sin detenerme en escuchar,
discernir, Reflexionar,
mientras en aquello que odiaba
yo mismo me convertía.

Si queréis comprobar lo que os digo, visitad páginas donde se hable de política o religión y sabréis lo que es echar fuego por las letras… El otro día entré en la página del profesor Pepe Rodríguez, quien todo lo que escribe está documentado, y visitad su “purgatorio virtual”. Lo de la Armada Invencible no es nada para lo que se ha montado ahí.
Un saludo y perdonad que no os haya felicitado el año antes. ¡Que tengáis todos un elegante y transigente 2012!