sábado, 4 de diciembre de 2010

LO QUE DESTACARÍA DE VICENTE FERRER...

Cuando me enteré que la Fundación Vicente Ferrer había presentado una candidatura para optar al Premio Nobel de la Paz no lo dudé: una labor como la de Vicente Ferrer en la India no necesita reconocimientos, ni estatuillas inútiles ni medallitas al mérito, ya que los largos 40 años de revolución silenciosa que Vicente llevó en la India habla por sí sola. Lo que necesita es justamente lo que están haciendo sus miembros y muchos cooperantes, seguir recabando apoyo social para que lo que comenzó como el sueño de un hombre que había despertado a la realidad tenga una feliz continuidad.
Ahora bien, recientemente he visto un reportaje sobre la situación actual de la Fundación Vicente Ferrer, que continúa fiel y exitosamente la obra de su fundador, y no he podido resistirme. Tengo que hablar sobre ello.
Vicente Ferrer (¿qué se puede escribir sobre él que ya no se haya escrito?) es un referente, además de dedicación, de amor, entrega y solidaridad, de respeto y coherencia.

¿Por qué digo respeto y coherencia?

Porque es lo que más me ha llamado la atención de su figura: un buen día llegó a un lugar lejano, un lugar donde le necesitaban y donde se quedó como uno más, respetando las tradiciones de los nativos, respetando sus costumbres y creencias.
Llegó para hacer un cambio, sí, pero no a nivel religioso-cultural. El cambio se tradujo en grandes y necesarias mejoras para una vida digna: pozos, escuelas, centros médicos… No juzgó a aquel pueblo. No trató de imponer sus puntos de vista ni creencias. No entró en la India como los españoles entraron en América, arrogantemente, creyéndose los amos del mundo y sometiendo, cambiando las creencias existentes por las propias. Aquellos conquistados, hoy día, se lamentan al recordar la historia, se estremecen al pensar que llegamos y les hicimos creer en cosas como que la mujer venía de la costilla de Adán, en vez de lo que ellos, en su sencillez creían: que es el hombre el que viene del vientre de la mujer. No era Vicente de esa clase de personas, no. Su intención era, simplemente, ser un hombre coherente, fiel a su conciencia.

Vicente tuvo un sueño: vio que de la pobreza se salía trabajando, con esperanza y constancia, y dejó de dar misa. E hizo su sueño realidad. No faltaron los problemas, pero no abandonó. Su espíritu de lucha le instó a seguir adelante.
Gracias a las importantes decisiones que tomó en su día, y gracias a su matrimonio con la dulce Anna, hoy en día su sueño tiene más futuro que nunca de la mano de su sucesor: su propio hijo.
No olvidemos que si la fundación sigue ahí, creciendo en prosperidad, es gracias a un hombre, a su familia y a las ayudas que reciben: tanto de personas anónimas, como por parte de socios, como de otro tipo de entidades.

“La recompensa está en la acción”

Esta frase podría ser de Vicente. Que su fundación gane o no un premio Nobel, sencillamente, no le resta valor ni importancia a su obra. Lo que hace falta es que no falte quien colabore con quienes trabajan por el bienestar y la igualdad de los pueblos. ¿Te apuntas?

http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/actua

1 comentario:

  1. No sé por qué no le dieron el premio nobel, la verdad. Se lo merecía más que otros muchos que sí lo tienen.

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