lunes, 21 de noviembre de 2011

LEYENDAS CHINAS...

Hoy ha empezado a rondarme una duda: ¿quién se esconde detrás de algunas leyendas urbanas? La respuesta siempre suele ser toda una incógnita, pues el embustero original nunca es descubierto, pero de lo que no cabe duda es que se trata de la mejor campaña de desprestigio de la historia. Y eso sin hablar de su poder de propagación: el chisme pasa de boca en boca mientras cada uno añade su aportación particular. O sea, que lo que empezó con un sarpullido acaba en un sarnazo, como el famoso chiste.
No hace mucho tiempo acudí a una librería cuando, sin saber de qué manera, la dependienta y yo terminamos hablando de cocina, empezando la conversación en recetas personales y terminando por la desconsideración hacia la comida basura… El hecho es que ocurrió. Nuevamente, otra historia. Una leyenda urbana sobre un Restaurante Chino de mi localidad (que en tan alta estima los tengo), salió al acecho. Y yo, una defensora de esos menús tan sabrosos y tan asequibles (pese a las desafortunadas experiencias que nunca suelo contar para que estos negocios no caigan en demérito, pero que, no obstante, revelaré más adelante), escuchaba a la dependienta con el entrecejo fruncido y los ojos como platos.
-¿Te has dado cuenta que alrededor de un “Chino” nunca hay gatos?
Me limité a sonreír tímidamente acordándome del consuegro de mi hermano mayor, quien presumía de no ir nunca a un Restaurante Chino por este mismo rumor y de los que no sale actualmente.
-Pues no, pero yo voy de uvas a peras…¡La comida no está mal!
-Uy, ¿pero, qué dices? ¿Es que no te has enterado que han cerrado un “Chino” en el Pilar?.. –dijo, dejando caer el anzuelo, aumentando la expectación.
-Pues la verdad es que no. ¿Por qué?
-Uy, pues dicen que un hombre, mientras comía, mordió algo duro… -imaginaros mi cara de expectación: ¡Con lo baratos que son los menús, Dios mío!-: ¡Era un microchip de perro! –concluyó, muy a mi pesar.
-¿Cómo?
-Sí, sí. Y fue a denunciarlo a la Guardia Civil ¡Por eso han cerrado el restaurante!

Después de esta breve reseña, fui a darme una vuelta hasta dar con el restaurante en cuestión. Acto seguido (y pensando en la cerda de escoba azul que un día encontré dentro de un rollito, o en el pelo rubio que descubrí enrollado en la bolita de fresa del postre de mi último menú), visité a una amiga cuyo novio es Guardia Civil.
Contándole el hecho es cuestión, presa de la incredulidad, me mostró sus dudas al respecto argumentando que si algo así hubiera sido notificado en el cuartel, su novio se lo hubiera dicho. A los pocos días me confirmó que no era más que otra leyenda urbana. ¡El restaurante había cerrado por falta de clientela!
Y yo, que tras mis descubrimientos de la cerda azul y el pelo rubio en mi comida, llegué a plantarme seriamente si los Kinder Sorpresa los inventaron los Chinos en vez de una empresa Italiana, llegué sonriendo a mi casa pensando en la socorrida excusa que el dueño del restaurante achacó ante mi último descubrimiento:
-¿Un pelo lubio? Segulo que no es nueltro, señola. Aquí todos tenemos el pelo neglo.

4 comentarios:

  1. Hola Rosa tienes un precioso espacio guapa.
    es un placer dejarte mis saludos.
    que tengas una buena semana.
    un abrazo.

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  2. La duda es... ¿de quién era el pelo rubio entonces? Porque si allí todos lo tienen negro, ¿de dónde había salido? :-)

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  3. Gracias, Ricardo, siempre tan amable.

    Ana, ahí radica el misterio... ¿será que los helados que sobran... vuelven a la tarrina de helado como por arte de magia?
    Buena lección para salir de la crisis...

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  4. Tiempo sin pasar por tu casa Rosa..
    Pero hoy no quería que pasara el día, sin dejarte un muyyy feliz día de Navidad!!!
    Y todo lo bello para ti y los tuyos, para el próximo año!!!
    BESOS NIÑA LINDA!!!!

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