viernes, 9 de noviembre de 2012

EL SIGLO DE LAS LUCES...


Empiezo a plantearme seriamente si vivimos en el siglo de la incongruencia, de la intolerancia o de la calumnia, porque de lo que estoy segura es que éste no es el Siglo de las Luces. Y comento esto porque internet es el caldo de cultivo de las difamaciones por excelencia donde todos los extremos se tocan: entras en una página de opinión cualquiera y, o está saturada de comentarios de panegiristas dispuestos a dar su vida en favor de una causa, o nos topamos de bruces con las incoherencias varias de detractores de todas, y en todas las materias posibles. Y es que la sociedad está hecha unos zorros y en pleno siglo XXI parecemos estar más divididos que en los tiempos de las dos Españas...

Quienes conocen mi blog saben que opté por tener que moderar los comentarios de los lectores desde hace bien poco, pese a que, antiguamente, la arriba firmante, como buena defensora de las utopías y la libertad, no lo creía necesario. Pero como, lamentablemente, cuanto más acceso a la educación hay en este país, menos educación parece haber, pues cambio mis costumbres mientras me río de los que se manifiestan a favor de los derechos humanos o la libertad de expresión, y, después, se meten en un blog de manera anónima, dejan sus deyecciones en forma de palabras y salen volando. Así, con inquina, sin dar la cara. Con cobardía, premeditación, alevosía y, quién sabe, si también nocturnidad…

Lo cierto es que a la hora de ir de librepensadores por el mundo, hablando de libertad de expresión y tal y cual, somos estupendos. Pero que cada uno examine su conciencia y dictamine si actúa conforme a ella o primero dice una cosa y luego hace otra. Porque a eso se le llama hipocresía, en mi pueblo y en el de todo el mundo. Pues si exigimos libertad, respeto y todas esas cosas bonitas, también tenemos que ser respetuosos y transigentes con nuestros congéneres, ¿o no?

Muchos pensarán que he cambiado mi estilo o que ando un tanto resabiada, pero no es así. Ni estoy enfadada, ni indignada, ni voy a acampar en la Puerta del Sol. Simplemente se trata de hablar claro. Y resumiendo, y yendo ya al quid de la cuestión, resulta que, el otro día, sin ir más lejos, recibí un mensaje sobre una entrada muy antigua de mi blog. Y para mi sorpresa, en el comentario a aprobar, un/a inteligente anónimo/a me recriminaba el hecho de que dudara de la belleza física de nada más y nada menos que… ¡Cleopatra VII! Tal vez su abuela o él/ella mismo/a en otra reencarnación, ¿quién sabe? La molestia u ofensa sólo se entiende desde la línea de sangre que le puede unir con el susodicho personaje. El hecho es que al escribir esa entrada reparé en efigies de la época que no dejan paso a la duda… pero no sabía ese/a señor/a que no se ofende a quien se quiere, sino a quien se puede.

Pero no piensen que queda todo ahí. En su afán por desprestigiar y ofender a la medida de su inteligencia, emprendió una absurda revancha midiendo la calidad de mis libros y opinando sobre mis objetivos editoriales, a la medida de la animadversión que le había provocado mi artículo. Se me tachó de oportunista, de que mi problema era que envidiaba la belleza de Cleopatra y con el claro objetivo de vender libros… je, je, je. Pero no lo digo yo, no, ya lo dijo José Luis Figuereo, en una de sus últimas canciones: “¡Qué malditas las palabras que se dicen sin conciencia!”

Y no crean que ésta u otra sarta de despropósitos me quita el sueño. En cualquier disciplina, todo autor sabe de antemano que vive expuesto a toda clase de críticas. Es normal, no se puede gustar a todo el mundo. Pero yo pienso que hasta para criticar se debería ser elegante, aunque no estemos en el Siglo de Oro, y (¿por qué no?) también un poco románticos y distinguidos con nuestras diatribas, aunque no vivamos inmersos en el Romanticismo más Becqueriano. Porque señores: se están perdiendo las formas, el respeto y la dignidad. Y tampoco lo digo yo… ¡lo dijo Cleopatra VII! (¡Es broma!)

Y con el humilde propósito de reparar el daño causado por mis desafortunados escritos a ofensores y ofendidos, a bellezas reales y legendarias, aún en detrimento de los poetas y románticos de todos los siglos, por atreverme a hurgar en su género, ahí va un poema para que el que no encuentro ni título que definirlo pudiera.
 

Hasta donde me lleva mi osadía
jugué con placer con las palabras,
a sabiendas que con las letras no se juega,
forjando universos infinitos
para esparcimiento de lectores exquisitos
ávidos de aventuras y de hazañas…
 

Juzgué sin saber que juzgaba,
ofendí sin saber que ofendía,
según una lengua dispar...
Pero sólo por amor y verdad,
por justicia, honor y equidad
mis escritos irradian rebeldía.

 
Burla burda y siniestra,
puñal que viene por la espalda,
verdugo que sin rostro se ensaña…
aunque no hay enemigo pequeño,
inútil ponerle empeño,
pues ni es persona ni es nada.
 

Y como rebatir las becerradas
que sueltan las mentes vacías
implica aceptar la ofensa,
por ello callé sin porfiar,
ya que es saber ancestral
que dejar pasar la tormenta
no conlleva cobardía
y sí desprecia al que afrenta.

8 comentarios:

  1. Uissssss, como está el patio, la verdad es que en éste mundo siempre aparece algún "gilipoyas", hasta por debajo de las piedras... y es que claro, como tiene que haber de todo, siempre es bueno que algún estúpido nos ayude a realzar mas nuestra vida y nuestros sentimientos, asi es que, como dice el anuncio..."que les den Fanta", porque la vida sería muy aburrida si no existiesen "Bichos" de todo tipo. Asiesque, como dijíste anteriormente, no te enfades y sigue dando todo ese AMOR que transpiras. Yo (para que alguien tome nota) por si acaso, le daré un abrazo muy grande a mi amiga CleoRosa o Rosapatra.(Con muchísimo cariño). Fran.

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  2. Querido Fran:
    Groucho Marx dijo: “sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Si responde sí, ya sabemos que es un corrupto”; a lo que yo añadiría: una persona honesta no habla bien de sí misma, simplemente actúa según su conciencia y sus actos hablan por sí solos…
    Muchos viven de las apariencias, les gusta hacer ver a los demás que “son”, pero en realidad sólo consiguen “aparentar”. A esta doble moral creo que se le llama hipocresía. Pero todo hipócrita se acaba descubriendo a sí mismo, es cuestión de tiempo...
    Por ello es que esta clase de personas ven su ocasión en el anonimato que ofrece internet para sacar el monstruo que llevan dentro; pues la envidia, el egoísmo y el orgullo es la fiera que devora a los hombres de este siglo, les devora y les lleva a devorar a sus semejantes. Pues vivimos unos tiempos donde hablar de amor, respeto y honestidad parece no cobrar demasiado importancia o haberse quedado un poco anticuado.
    Humildemente hablando, nunca me he sentido atraída por vilipendiar el trabajo, la opinión o las preferencias de nadie. Nos ha costado mucho conquistar la libertad en la que vivimos, pero la libertad sin respeto, tan sólo es esclavitud.
    Un abrazo, amigo, y muchas gracias por plasmar aquí tu valiosa huella.

    P.D.: por cierto, me ha encantado la combinación que has hecho con mi nombre y el de Cleopatra, je, je, no se me había ocurrido nunca... Otra seña de tu creatividad como artista. ;)

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  3. Hola mami:

    Muy chulo el texto.... ¡¡Pero Cleopatra en la foto no es que esté muy guapa!!

    Besos:-)

    Miriam

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  4. Je, je, Miriam, puede que en esa moneda no le hayan hecho justicia a la famosa reina al no conseguir inmortalizar su perfil más griego... pero, sea como fuere, seguro que fue una mujer sensible e inteligente, ambas cosas mucho más importantes que el aspecto físico.
    Besitos cleopatrienses... ;p

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  5. La verdad es que Miriam tiene razón: en esa moneda Cleopatra está feísima, ¡ja, ja! En cuanto a los anónimos que no tienen nada mejor que hacer que preocuparse a estas alturas de si Cleopatra era guapa o fea, tienes o no razón, etc. pues, ¿qué quieres que te diga? Con la de cosas que están pasando, me parece de una superficialidad tremenda. Si se aburren y no tienen nada mejor que hacer que entrar a blogs a criticar, que aprovechen el tiempo y se vayan de voluntarios a alguna ONG y hagan algo positivo con su vida.

    Un abrazo.

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  6. Esa de la foto es Cleopatra ??? Pensaba que era Belén Estéban. !!!

    Respecto a tu escrito, olvida a los "abrazafarolas" que sólo buscan ponerle sentido a sus vidas pero no saben como hacerlo y lo único que consiguen es molestar.

    Tu amigo.
    Seh.!!!! ;-)

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  7. Querida Ana:
    Tú siempre con razón, eh! Pues sí, si cada "anónimo" que pierde el tiempo esgrimiendo críticas destructivas dedicara ese valioso tiempo a realizar una buena acción cualquiera, te aseguro que se terminarían muchos de los problemas que sacuden a esta sociedad, además de darle una buena razón de ser a esas (por lo visto) vacías vidas...
    Un abrazo y gracias por dejar tu valiosa huella.

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  8. Adorable "Seh":
    Pues sí, a mi también me extraña que Cleopatra (se ve que ajena a la fama que cobraría su belleza con el paso del tiempo) no supervisara personalmente la acuñación de sus monedas, ni fuera más exigente con la estética de los grabados que hacían de ella, pues hay que tener en cuenta que en el Antiguo Egipto no existía la moneda, existía el trueque, éstas sólo se acuñaban para pagar a los criados griegos... por lo que su efigie se extendía más allá de las fronteras de su reino. Yo me hubiera puesto un poquito más exigente con el grabador, la verdad, que era el equivalente a un fotógrafo de nuestros días... y si éste no me hubiera satisfecho adecuadamente, a lo mejor lo hubiera enterrado vivo junto a decenas de escorpiones hambrientos, je, je, je... nunca se sabe, es difícil ponerse en la piel de una reina de esta categoría con la mentalidad de hoy.
    Y no, no hago caso de las críticas despiadadas, descuida.
    Un abrazo y gracias por la sorpresa de hoy.

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