sábado, 31 de agosto de 2019

KARDEC, LA PELÍCULA


Leonardo Medeiros interpretando a Allan Kardec
No he podido evitar las lágrimas en determinadas escenas de “Kardec”. Lágrimas de emoción, de gratitud, de reconocimiento... Esta película, estrenada ayer en Netflix, basada en la vida del profesor, escritor y traductor Hippolyte León D. Rivail (codificador del espiritismo), quien adoptó el pseudónimo de Allan Kardec tras comprobar que otra realidad estaba detrás de los fenómenos espiritistas que estaban revolucionando las altas esferas de una Francia católica, me ha sacudido desde lo más profundo. Su puesta en escena, inmejorable; el guión, emocionante; muy fiel a la biografía. Con los ingredientes indispensables que caracterizan las buenas películas (una historia sólida, una fotografía espectacular, ambientación y vestuario impecables, buenos actores…), me ha transportado a esos años oscuros donde todavía había mucho que conseguir respecto a las libertades y la amenaza de la inquisición todavía asomaba su impertérrito rostro a cada puerta. 

He de admitir que he sentido un gran orgullo, pese a mi condición de espíritu imperfecto, pese a los errores que haya podido cometer a lo largo de mi vida… por la actitud, la perseverancia y el arrojo del protagonista. No poseo la erudición ni la elocuencia de Kardec pero siento que entre él y yo hay mucho en común. Y tal vez por ello, de forma absolutamente innata, me he sentido tan identificada con el personaje, la época/ambientación, la sociedad y la temática espiritista. Un tsunami emocional ha recorrido mi Ser resucitando memorias dormidas, anhelos y afanes de otro tiempo… He sentido que una parte de mí estuvo allí y, ahora, en la vida actual, todavía siento la añoranza de lo que fue. Sí, siento como si mi alma también haya intentado ir más allá de lo establecido, de la “versión oficial”, de la manipulación y el control que nos fue dando forma como sociedad a través de creencias, dogmas, estereotipos, roles sociales y familiares e imposiciones de todo tipo… más allá de lo puramente ortodoxo, al margen de lo que la familia y sociedad tratan hacer de ti. La película sobre Kardec me ha hablado sobre el pasado y el futuro de mi alma. Me ha devuelto a mí misma.

De pequeña leía incesantemente el Nuevo Testamento bajo la mesa del comedor. Algo innato me llevaba siempre de la mano hacia otro lado, hacia lo desconocido, un lugar menos grosero y más espiritual. Tal vez por ello siempre supe que el ser humano nace libre y vive circundado a un propósito. Que mi propósito de vida se extendía mucho más allá de lo que se esperaba de mí. Sabía (me decía el corazón), que debía poner el foco en aquellas cosas que el espíritu, a través de la intuición, te va mostrando. Crees y sucede así. Es mágico. Y así, resumiendo mucho y con el paso de los años, terminé por escribir, como quien no quiere la cosa, una novela sobre Jesús, otra sobre el valor de la vida en un campo de exterminio nazi, otra sobre la inquisición… entre otras. Y, pensando así, animada por todo lo que todavía quedaba por vivenciar y descubrir… cada vez le perdí más interés al mundo de la forma, corriendo el "riesgo" de casi no encontrar ya regocijo alguno en el camelo de las cosas materiales.

Soy espírita por convicción. La fe no debería imponérsele a nadie. Nunca hice la Ouija ni la aconsejo. No hago ni creo en rituales, supersticiones, fetichismos… y seguir las tradiciones no es algo que vaya conmigo. Llegué al espiritismo no por la fenomenología sino por su moral. Y me pregunto, ¿sabe el mundo hoy todo lo que le debe a Allan Kardec? ¿Somos conscientes del valor de la información codificada por este investigador y divulgador de una doctrina que antes de que te hagas la pregunta ya te ha dado la respuesta? Soy espírita por convicción, sí, y esta ha sido la película, como os decía antes, que me ha devuelto a mí misma y me ha dado fuerza para seguir en la divulgación de lo que para mí ha sido, y es, como una lluvia de maná en pleno desierto.

Con infinito amor y gratitud a Allan Kardec y a todos los que, como él, se atrevieron a ir más allá en pro de "la libertad, la igualdad y la fraternidad",
®Rosa Sánchez

ALLAN KARDEC, codificador de la Doctrina Espírita

1 comentario:

  1. Rosa, me encantó la película. Lo único que no me gustó es que termina de forma abrupta, que tengo la sensación de querer más, cómo se publicaron los últimos libros y especialmente el discurso de Leon Denis en su acto de sepultura. El resto, maravilloso. Supongo que no había más medios para hacer un rodaje más largo... Besos, amiga.

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