Hubo un joven sacerdote que retornó a la comunidad en que nació. En lugar del vecindario que conoció de niño, la comunidad era ahora predominantemente homosexual. Estaba confuso: por un lado, él tenía que servir a la gente. Por el otro, su religión prohibía la homosexualidad y la condenaba como un mal grave. Parecía que cualquier cosa que hiciera, sería un hipócrita.
Eventualmente, decidió aceptar a todo aquel que veniese a él, pero seguir manteniendo las doctrinas de su religión. Vio la misericordia como su deber más importante, y así fue capaz de ayudar a otros sin violar verdaderamente sus preceptos.
Cuando hay contradicciones entre las creencias, uno debe resolver a favor de lo que uno juzga que sea el principio más importante. No deberíamos vender baratos nuestros ideales en favor de la conveniencia o el egoísmo. El seguir una tradición espiritual en particular implica una obligación total a sus reglas para adquirir la esencia de esa tradición. Pero no podemos permitirnos ser dogmáticos. La ley humana es imperfecta: siempre habrá circunstancias sin precedentes. Por lo tanto, debemos ir más allá de las reglas y funcionar en cambio desde la pura sabiduría. Debemos actuar con experiencia, flexibilidad y perspicacia. Asimilemos así la integridad - experimentando tanto sus triunfos como sus derrotas- que hacemos lo correcto intuitivamente.
La tradición está primero. La misericordia es más grande que la tradición. La sabiduría es más grande que la misericordia.
Muy interesante y muy humano. Y lo que es realmente humano es sinónimo de divino, pues las personas somos la imagen de Dios. Por eso siempre las personas están antes que las normas.
ResponderEliminarPor cierto, Rosa: ¿para cuándo tu tercera novela?
Creo recordar que la anunciaste en algún sitio... Supongo que no tardará en ver la luz.
Un saludo afectuoso.
Pilareño: siempre he pensado que las personas están antes que las normas, por eso nunca he llegado a comprender que en nombre de Dios, o de la religión que sea, se niegue, por ejemplo, la transfusión de sangre que puede salvar una vida.
ResponderEliminarMi 3ª novela está acabada con mucho cariño y esfuerzo, por lo que te agradezco que te intereses al respecto. Se ve que viste el anuncio en este blog. Ya sabes que trabajo sin ánimo de lucro, por lo que no verá la luz hasta que consiga una subvención.
Un fuerte abrazo.
Todo debe estar, si puedo decirlo así, sometido al amor, porque el amor es libre y, cuando es amor en su más pura esencia, busca la verdad, y la verdad es el bien.
ResponderEliminarEn toda conducta debe primar el amor, que acoge, acompaña, comprende, exige, perdona y enseña... y nunca la indiferencia, la reprimenda soberbia ni la incomprensión. Verdaderamente cuesta someterse a amar de esta forma, pero es nuestra meta y en ella descubrimos la auténtica y verdadera felicidad.
Hay muchas lecciones que nos hablan al respecto: el hijo prodigo, el buen samaritano, la pecadora adultera...etc.
Un abrazo en XTO.JESÚS.
La intuición es una fuerza extraña.Acude en momentos acuciantes.Se trae de origen.
ResponderEliminarLa experiencia : Me dió que pensar aquel que , medio" en broma" dijo que era algo que nos llega cuando ya no nos sirve.
La flexibilidad confunde. O faltan raices o sobran ramas
La perspicacia es casi malicia.
La integridad es un exceso de sustancia.
Prodominantemente homosexsual= Predominantemente heterosexual= Predominantemente bisexsual=Todos mienten y todos gozan de redención.
La tradición es evolución pausada, germinación de sabias experiencia, lecha materna que nutre, y agranda, y fortalece contra agrasiones de desconocidos virus
Sabiduria y misericordia no pueden inventarse.
Con perdón.
Salvador: una delicia leerte, como siempre. Muy bonita tu reflexión. Gracias.
ResponderEliminarRuy, te dedico esta frase que tanto me gusta y que ya habrás leído por mi blog:
"La razón, como la verdad, ni se da ni se quita. Simplemente se tiene, o no se tiene".
Saludos.