viernes, 19 de junio de 2009

UNA EXPERIENCIA MUY PERSONAL

Ha fallecido Vicente Ferrer, una gran persona que dedicó su vida a los pobres y necesitados de la India, donde creó varios hospitales y personificó con esfuerzo y fortaleza las virtudes: fe, esperanza y caridad.
Os confieso que mi aflicción ha remitido levemente cuando me han comunicado que su hijo Moncho continuará la obra de su padre. La entrada del día de hoy va dedicada a su memoria.


(Foto de Miriam realizada durante su ingreso)


A raíz de mi entrada anterior, mi reflexión de hoy también gira en torno a la salud.
Pensemos por un momento que existen lugares en los que cada día, cientos de personas, se debaten en una auténtica lucha por la supervivencia. Los privilegios que se nos brinda en los países desarrollados son un regalo del avance de la medicina, pero no debemos olvidar que en muchos países en desarrollo todavía el tema sanitario se encuentra atrasado o es, en la mayoría de los casos, inexistente.
Algunas veces me pregunto qué hubiera sido de mi hija si en vez de haber nacido en este país desarrollado que es España, hubiera venido al mundo en un país en desarrollo…
A los 12 meses enfermó presentando un cuadro clínico bastante heterogéneo cuyo diagnóstico tardó en llegar por el escaso conocimiento de la enfermedad que exteriorizaba: conjuntivitis, temperatura elevada y persistente (la ¿bacteria? no remite con antibióticos), manchas rojizas por todo el cuerpo, heridas en la comisura de los labios y descamación de la piel de pies y manos… O sea, como nos informaron más tarde, aunque a tiempo, estos eran los síntomas inequívocos con los que se manifiesta el Síndrome de Kawasaki.
En resumen: esta enfermedad, catalogada como una de las auto-inmunes raras, afecta a las arterias coronarias provocando un infarto de miocardio infantil.
Afortunadamente, Miriam recibió asistencia médica, aspirina infantil y grandes dosis de amor en todo momento, pues era la única medicina que toleraba y que le ayudó a seguir luchando.
Cumplió un año ingresada en el mismo hospital donde nació, llevándonos de cabeza a toda la familia que contemplábamos cómo menguaba en vez de crecer, quedándose en unos escasos 8 kilos de peso, y cómo su sonrisa, anteriormente tan dulce y bella, se había convertido en una mueca de dolor...
Por citar otra enfermedad importante, a los cuatro años enfermó de varicela. Gracias a una correcta higiene, a la medicación correspondiente y a la paciencia personificada, su piel lastimeramente llagada remitió recuperando, poco a poco, el aspecto aterciopelado de siempre.
Por eso mi reflexión de hoy me encamina algo lejos. Me conduce a esos países donde personas sin recursos padecen en sus propias carnes el retraso que acompaña a la pobreza, sobreviviendo en países donde la industria farmacéutica no llega, los pocos médicos que atienden a la población lo hacen con medios rudimentarios, y decenas de niños y adultos fallecen a diario a causa de enfermedades y complicaciones de salud donde, en otro país y no muy lejano, sencillamente: podía haberse evitado.
Por eso, dando gracias, me pregunto: ¿qué hubiera sido de mi hija si, cuando hubo enfermado la primera vez, no hubiéramos tenido a mano la medicación y la asistencia necesaria?
Sintámonos privilegiados por el apreciable hecho de que nosotros sí tenemos acceso a una atención médica personalizada y a un tratamiento farmacológico cada vez que es necesario.
Preguntémonos cómo podemos colaborar desde nuestra casa y posibilidades. No seamos cómplices por más tiempo. Podemos salvar alguna vida.

6 comentarios:

  1. Paso a leerte, a reflexionar y dejarte un abrazo y un lindo fin de semana.
    Buen post, amiga!!

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  2. Se nos ha ido una gran persona... Sin duda un ejemplo a seguir.
    Cuánta razón llevas en cada una de tus palabras, amiga, cómo nos haces razonar y plantearnos nuestra pasividad con cada una de tus entradas. Sé que algún día ésta lamentable situación cambiará.

    Un fuerte abrazo, Rosa, buen fin de semana

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  3. Él lo demostró, dando de comer y salvando de la muerte a millones de personas en la India. Él hizo del heroísmo un acto cotidiano. Vicente Ferrer tenía nombre de santo y hablaba con una sabiduría que ponía los pelos de punta y encogía el corazón. «La pobreza destruye espitirualmente a la Humanidad». «La esencia de nuestra vida está en hacer el bien». «Las buenas acciones contienen todas las religiones, todas las filosofías, contienen el universo completo». «La mejor política es la de amar al prójimo como a uno mismo».

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  4. Escapando de nuestros propios demonios,
    estamos solos, solos ante el si mismo.

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  5. Gizela, Chache, Ruy:
    Vicente Ferrer tuvo fe en Dios y en sí mismo. Tuvo apoyo y personas que creyeron en él. Tuvo amor para dar y, por lo tanto, también recibió el amor de otros. Tuvo la certeza de que aquella sería su misión y la llevó a cabo con heroicidad. Tuvo intuición para superar adversidades y salir adelante. Tuvo inquietudes y cada día pensaba en la manera de hacer algo nuevo, algo más. Tuvo fortaleza para nunca abandonar. Tuvo un corazón generoso y de tanto dar todo lo hizo suyo... Vicente Ferrer ha manifestado el amor de Dios en cada uno de sus actos. Grande será su recompensa.

    Belmar: no estamos solos. Lo que pasa es que todavía no hemos aprendido a observar, a sentir, a escuchar... con los cinco sentidos.

    Un abrazo a todos y gracias.

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