EL VERDADERO CAMINO DE LA FELICIDAD

El verdadero camino de la felicidad no está en almacenar cosas, tener más dinero o exhibir una imagen adecuada a los cánones de belleza que nos trata de imponer la sociedad. El márketing comercial se encarga de hacernos creer intencionadamente que seremos más felices si compramos cualquiera de sus productos, pero una vez que los consigues te das cuenta que sigues siendo la misma persona y, tal vez, puede que tus expectativas se vengan abajo.

La felicidad nace dentro de cada persona, no se halla en las cosas.
La verdadera felicidad está en la satisfacción personal de haber realizado una buena acción altruista y desinteresadamente. Está en disfrutar de aquellas pequeñas cosas que hacemos manteniéndonos distantes del ego y el orgullo. Está en reconocer con humildad que si algo damos es porque primero lo recibimos de otras personas amables.
Cuando se tiene lo suficiente para vivir y nuestra propia codicia nos conduce a desear más, a invertir nuestro valioso tiempo en otros trabajos remunerados sin descubrir la satisfacción que supondría regalar nuestro tiempo a tantos otros fines, entonces deberíamos darnos cuenta que no estamos recorriendo el camino que lleva a la verdadera felicidad. En todo caso estaríamos desviándonos del camino, yendo por atajos que nos atan más a la materia interrumpiendo así la misión del espíritu. Porque nuestro espíritu también tiene una misión que desarrollar, lo que ocurre es que somos tan esclavos de la materia que no lo dejamos manifestarse…
La verdadera felicidad se halla en el camino de la generosidad y el altruismo, y os puedo asegurar que tiene forma de agradable cosquilleo. Muchos de vosotros lo sabéis bien.

Pobres de aquellos que la buscan en una casa bonita o en un coche de último modelo... Si valoráramos el bien que supone el simple hecho de escuchar a una persona, pronunciar esa palabra de aliento y esperanza tan necesaria o desprendernos de esas monedas que tienen el don de saciar el hambre de un ser humano necesitado… Si supiéramos el verdadero valor de gestos como éstos... dejaríamos de buscar porque ya hubiéramos encontrado el camino de la verdadera felicidad.